A dar la lucha por su licencia de abogado

Sergio C. García busca que la Corte Suprema de CA determine que sí puede obtener su credencial de la Barra de Abogados

El joven de 35 años en su hogar en Chico.

El joven de 35 años en su hogar en Chico. Crédito: Araceli Martínez / La Opinión

CHICO.- A Sergio C. García le gana el sentimiento al recordar que le tomó siete años graduarse de abogado y que lleva más de dos años y medio en espera de la licencia para ejercer, pese a haber aprobado los rigurosos exámenes de la Barra de Abogados de California, y todo por ser un inmigrante indocumentado.

“Cuando supe que había aprobado el examen, me puse a llorar, mis padres vinieron a ver que estaba pasando y me dijeron algo que nunca antes me habían dicho, que se sentían orgullosos de mi y me abrazaron”, recuerda con un nudo en la garganta y los ojos a punto de las lágrimas.

Sergio C. García está haciendo historia en California. Por primera vez la Barra de Abogados ha recomendado a un abogado indocumentado a la Corte Suprema del Estado para que determine sí se le puede dar licencia para ejercer.

En el país hay dos casos similares, el de José Godínez Samperio, de 25 años y quien reside en Florida; y César Vargas, de Nueva York y con 28 años. Ambos inmigrantes mexicanos, graduados de derecho que han aprobado los exámenes de la Barra de Abogados y han sido recomendados para que las Cortes Supremas de estos estados decidan sí se les puede dar su licencia, aún cuando no son residentes legales.

“Felicidades, sabemos que va a hacer un gran abogado”, cuenta Sergio C. García que le dijo por teléfono una representante de la Barra de Abogados cuando pasó las investigaciones sobre su carácter moral y se probó que no tenía antecedentes criminales.

Esos minutos de felicidad se esfumaron en segundos cuando la misma persona notó que en su expediente se leía claramente que la residencia legal estaba pendiente. “Entonces decidieron continuar la indagatoria por otro año. Y después de buscar hasta por debajo de las piedras mandaron mi caso a la Corte Suprema de California para que ésta decida”, explica en entrevista con La Opinión desde su casa en la pequeña ciudad rural de Chico, a casi 90 millas de Sacramento.

“Ahora -dice- todo depende de la Corte Suprema. Tengo fe que el resultado va a sentar un precedente para que personas indocumentadas que quieran ejercer como médicos, contadores, abogados puedan usar mi caso para argumentar por los suyos. Primero Dios espero que otros jóvenes no tengan que pasar por lo que he pasado”, expresó.

En última instancia, considera que su caso puede terminar en la Corte Suprema de los Estados Unidos. “De ser así estamos listos para pelear porqué dar licencias a abogados como yo, va a dejar empleos, millones de dólares en impuestos e inspirará a muchachos a que estudien en lugar de andar en las pandillas”, enfatiza.

Sergio C. García nació en México, tiene 35 años y fue traído a California por sus padres a los 17 meses de edad. A los nueve años lo llevaron de regreso a donde vivió hasta los 17 años, y de nuevo lo volvieron a traer.

Lo más duro al regresar fue darse cuenta que no podía aspirar a empleos bien pagados pese a que su padre ya era ciudadano y había solicitado su residencia legal. Tampoco podía ir a las universidades por falta de recursos económicos. “Por mis buenas calificaciones las universidades de Stanford, Berkeley, UC Davis, la Universidad Estatal de California en Chico me ofrecieron becas para estudiar Derecho, pero cuando les hable de mi estatus perdieron todo interés. Quise ir a la Escuela de Leyes McGeorge en Sacramento, pero el costo era muy alto”.

Le tomó casi cinco años terminar el Colegio Comunitario y de ahí se fue a la Escuela de Leyes del Norte de California en Chico.

“Me gradué como abogado en mayo de 2009 y la culminación de mi esfuerzo se la entregué a mi madre como regalo del Día de las Madres”, platica volteando para los lados como queriendo ocultar la tristeza que amenaza con salir por la emoción del recuerdo.

En su mente, asegura, no entra la posibilidad de que le nieguen el permiso para ejercer como abogado.

“Yo no estoy pidiendo un permiso de trabajo. Eso es un asunto federal, de migración. Estoy pidiendo una licencia porque yo ya he tenido una oficina por tres años, estoy especializado en casos civiles y accidentes de auto, y el conocimiento y la capacidad no me la van a quitar”, sostiene.

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