Vendedores ambulantes hispanos reclaman trato igual
Cuestionan que ordenanza que reglamenta la venta de frutas y verduras frescas no les aplica
CHICAGO – La municipalidad de Chicago reglamentó la venta de frutas y verduras frescas en las calles de la ciudad pero la ordenanza no incluye a más de 1,500 vendedores ambulantes hispanos que quieren comercializar sus productos sin temor a ser perseguidos por la Policía.
Una resolución del Concejo Municipal, impulsada por el alcalde Rahm Emanuel, autorizó la instalación de puestos fijos de venta en propiedades privadas y en treinta sitios públicos de la ciudad, como forma de resolver la falta de oferta de frutas y verduras entre la población local.
Según el alcalde, “es inaceptable que cientos de miles de personas vivan sin tener acceso a comida fresca y saludable en nuestra ciudad”.
Su meta, según declaró, es que cada residente de Chicago tenga acceso a vegetales y frutas en un radio de una milla de su domicilio, eliminando los llamados “desiertos” en la oferta de alimentos.
Sin embargo, para los ambulantes hispanos que ofrecen en sus carritos fruta fresca pelada, cortada y aderezada con sal, limón y chile la nueva ordenanza no responde a sus reclamos y a las negociaciones que realizan con el municipio.
“Para nosotros la lucha del gato y el ratón con policías e inspectores continúa todos los días”, dijo hoy a Efe Virginia Lugo, vicepresidenta de la Asociación de Vendedores Ambulantes (AVA).
Las multas pueden llegar a $1,500 y significan, en su opinión, la quiebra segura del vendedor. Para evitarlas, los ambulantes empiezan a vender bien temprano para desaparecer de las calles a media mañana, cuando comienzan las rondas de los inspectores.
Los llamados eloteros, que además de frutas peladas y cortadas ofrecen productos tradicionales preferidos por la clientela latina, como tamales, chicharrones, pupusas y champurrado, continúan a la espera de una ordenanza que les permita trabajar en libertad.
Lugo dijo que en la calle 26 del barrio mexicano La Villita, en el suroeste de la ciudad, la asociación negoció una tregua con el concejal del distrito y el comandante policial del área.
Así, los vendedores con permiso municipal pueden ofrecer elotes y frutas, pero están prohibidos los tamaleros en una de las principales vías comerciales de la ciudad.
“Es un correría todos los días, cuando llegan los inspectores levantan sus puestos y se van para regresar más tarde. No tenemos más remedio porque se trata del sustento de muchas familias y necesitamos habilitación legal”, dijo la vicepresidenta.
Los concejales de Chicago han considerado modificaciones al código municipal que regula la venta de alimentos en la calle, para incluir desde los carritos de los latinos a verdaderas cocinas rodantes donde la oferta incluye gazpacho, empanadas, pollo picante o agridulce y postres variados.
De esta forma, se establecerían requisitos sanitarios para preparar alimentos frescos en los carros, aunque se impediría la venta de tacos, perros calientes con aderezos o cualquier otro alimento procesado que requiera cocción.
También estaría prohibida la presencia de ambulantes en las calles antes de las diez de la mañana.
Otro requisito polémico sería la prohibición de servir a clientes a menos de treinta metros de distancia de un restaurante establecido, y de ubicarse a menos de sesenta metros de un comercio que ofrezca “servicios similares” a los del carrito.
Lugo dijo que los vendedores ambulantes desconocen detalles de las propuestas que se estudian y si la enmienda que sería presentada a fines de este mes los va a autorizar a vender fruta cortada, tal y como prefieren los clientes.
También existe cierto recelo porque el concejal escogido por el alcalde para redactar la propuesta es propietario de un restaurante en el norte de la ciudad, que en ocasiones ha declarado su oposición a las cocinas rodantes.
En el cabildeo con la Alcaldía los ambulantes cuentan con ayuda de la clínica del Instituto de Justicia de la escuela de derecho de la Universidad de Chicago.