Indígenas sufren tres veces más hambre, denuncia FAO
Los indígenas de América Latina sufren tres veces más hambre que el resto de la población, denuncia el nuevo responsable regional de la FAO, Raúl Benítez
SANTIAGO DE CHILE (EFE).- Los indígenas de América Latina sufren tres veces más hambre que el resto de la población, denuncia el nuevo responsable regional de la FAO, Raúl Benítez, quien llama la atención de los gobiernos para “trabajar aceleradamente” en la erradicación de esta lacra.
“Estamos en condiciones de disminuir la inseguridad alimentaria de manera importante en los próximos dos o tres años”, asegura este economista nacido en San Juan (Argentina) en 1961 y que desde hace dos semanas está cargo de la oficinal regional de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).
Benítez, quien sustituye en el cargo al brasileño José Graziano, actual director general del organismo, piensa que en este momento el sistema financiero está más orientado para darle préstamos a las grandes empresas, “mientras que el pequeño productor no puede pasar ni por la puerta del banco”.
“De persistir en este modelo, se puede agrandar la brecha”, advierte Benítez en una entrevista con Efe.
Por primera vez en la historia, la humanidad tiene capacidad para acabar con el hambre en el mundo; sin embargo, la crisis económica puede debilitar el esfuerzo de los gobiernos.
“Si analizamos la capacidad de producción, no debería haber hambre, y sin embargo mil millones de personas la sufren en todo el mundo y 50 millones en la región”.
Esto tiene que ver con la dificultad para acceder a los alimentos y con una pésima distribución del ingreso, especialmente en América Latina y el Caribe.
“Este tema tiene que estar permanentemente en la agenda de los Gobiernos y de la sociedad. Un mundo sin hambre sería mejor para todos, con economías equitativas y un mejor comercio. El hambre no es sólo un problema de quienes la padecen”.
Al respecto, la región cuenta con una herramienta muy útil: la Iniciativa América Latina y el Caribe Sin Hambre, que a siete años de su puesta en marcha ha tenido efectos muy positivos.
Todos los gobiernos de la región participan actualmente en la Iniciativa y han implicado también a los parlamentos, lo cual garantiza su continuidad, por encima de los cambios políticos.
“Esto permite aunar voluntades, no solo legislar sobre el derecho a la alimentación sino que en los presupuestos haya las partidas suficientes para la seguridad alimentaria”, indica Raúl Benítez.
En cuanto a la proyección de la inflación alimentaria para este año, el representante de la FAO señala que “desde mayo se viene produciendo una disminución en el precio de los alimentos y hay algunas pautas que hacen presumir que esta tendencia se puede afirmar”.
“Esto es bueno para algunos, porque les permite mayor acceso a los alimentos, pero también afecta a la rentabilidad de los productores”, puntualizó Benítez, quien advirtió además de que “a veces el precio baja para el productor, pero no para el consumidor”.
A lo largo de su trayectoria profesional, este economista ha mostrado una especial sensibilidad hacia la situación en las comunidades indígenas.
“En toda la región las comunidades indígenas tienen una prevalencia de la inseguridad alimentaria tres veces superior a la del resto. Esto supone un llamado de atención muy fuerte, algo estamos haciendo mal”, alerta.
La precariedad del trabajo de las mujeres en el medio rural es otro de los temas cruciales en la lucha contra la inseguridad alimentaria.
“Por lo general son las mujeres las que se encargan de tener el pan en la mesa todos los días. Ellas cumplen un rol fundamental en la lucha contra el hambre”.
Pero ocurre además que “las oportunidades futuras de los hijos dependen fundamentalmente del grado de capacitación de las madres”, explica.
Al trazar un mapa de las principales necesidades de la región, la atención de la FAO se centra en Haití, un país que es considerado “una emergencia permanente”, aunque también hay problemas “en algunos lugares de Centroamérica, Paraguay, Bolivia y Ecuador”.
Benítez se muestra optimista respecto a la sensibilidad de los gobiernos latinoamericanos en relación con el cambio climático.
Las cumbres y conferencias regionales ponen de manifiesto que existe preocupación para desarrollar “una agricultura más verde no sólo para adaptarse al cambio climático, sino también para mitigar sus efectos”.
El aprovechamiento de la biomasa para producir energía, un uso más racional del agua y la recuperación de cultivos tradicionales son algunas de las prácticas para impulsar una agricultura más eficiente.
La bonanza económica que vive en los últimos años América Latina, en contraste con la severidad de la crisis en las economías desarrolladas, “es una oportunidad para el futuro productivo de la región y para rescatar a más personas de la pobreza”, concluye el nuevo director de la FAO.