Sigue la polémica por su testamento Sigue la controversia sobre el testamento de Chavela Vargas
Amiga de Vargas responde a su familia
MADRID, España.— Chavela Vargas no era una dulce abuelita, sino la dueña y señora de un carácter de morirse. Por eso las acusaciones de su sobrina de que estaba “secuestrada” y de que viajó a España contra su voluntad son “babosadas” y así se evidenciará cuando se abra el nuevo testamento que hizo la cantante en México.
Ni quería a su sobrina -Gisela Ávila- ni jamás estuvo dispuesta a hacer otra cosa que no fuera su santa voluntad por eso es “repugnante” todo lo que esta lleva diciendo desde que la cantante murió, dijo su amiga Mariana Gyalui, que decidió dar su primera entrevista porque está “harta” de leer “tonterías”.
La otra amiga, la que vivía con Vargas, la periodista María Cortina, ha preferido delegar en ella las explicaciones y solo ha indicado que “mientras la sobrina de Chavela siga siendo ‘la nota'” y no la obra y el mensaje de la artista, ella continuará en silencio porque responder sería “faltarle al respeto a su memoria”.
La propia Vargas explica en unas imágenes inéditas, grabadas en su casa de Tepoztlán en octubre del año pasado, que quiere mucho a Cortina y se felicita “por tener -a su lado- a una persona tan maravillosa, tan señora, tan inteligente”.
“Así está y así nos llevamos por la vida, con un gran respeto. Yo la respeto profundamente y la quiero muchísimo y, si necesitas de mí, María, a tus órdenes”, añade la cantante, que dedicó a Cortina su último disco, La luna grande.
Esas declaraciones forman parte de la entrevista que el director mexicano Rubén Rojo ha grabado para el documental El Ruiseñor y la Noche, que espera terminar para mediados del próximo año, según él mismo adelantó.
Que Vargas no quería a su sobrina lo “sabe” Gyalui porque era un asunto “muy presente” en sus charlas y que comienza con el “episodio oscuro” que sufrió a raíz de perder, en 2004 a causa de un huracán, la casa que Miguel Alemán le había comprado en Veracruz.
“Decidió volver a Costa Rica y cuando la llamé a la casa de la hermana [Ofelia], Gisela me dijo que su tía estaba en el hospital. La localicé y me dijo que la sacara de allí porque su hermana y la sobrina querían que la ‘mataran’ para quedarse con su dinero”.
Gyalui mandó a Alfredo Sanjuan -administrador del fundador de la editorial Turner, Manuel Arroyo- a Costa Rica a por ella y se la llevó a México no sin antes, como ella le pidió, dejar un fondo en un banco para que su hermana y su sobrina pudieran beneficiarse de los intereses, “nunca del principal”.
De regresó a México, la gran preocupación de la intérprete de La llorona fue que “nunca, nunca” tuvieran acceso a ella “ni Ofelia ni Gisela” porque estaba convencida de que la habían metido en el hospital para “quedarse con su dinero”.
Ávila intentó acceder a ella acudiendo a la puerta de su casa en Tepoztlán. “No quiso recibirla y como le impidieron entrar acusó a Cortina, que estaba con ella desde su regreso a México, de secuestrarla”.
La propia Vargas quiso llamar a varios medios para desmentirla y decirles que su sobrina era “una borracha” y su hermana “una loca”.
“Puede ser verdad que en algún momento pasado Chavela hiciera un testamento y que la nombrara heredera universal, pero lo cambió en México”, afirma Gyalui, segura de que muy “pronto” se conocerá su contenido.
Con todo, subraya, que ser heredero de Vargas es “algo muy relativo” porque siempre vivió muy modestamente, con una maleta con sus fotos, “jorongos, órdenes de chamana, una caja con las llaves de ciudades y cadenitas de oro”, relata.
La posesión más valiosa para ella era el Lazo de Isabel la Católica que le concedió el Gobierno español y su voluntad fue que a su muerte se le devolviera a la misma institución.
“El heredero de Chavela lo único que tendrá que hacer es mantener vivo su legado artístico además de indemnizar a sus enfermeras, que se ocuparon de ella con desvelo y la quisieron”, detalla.
Todos los bienes que Ávila imagina asociados a su tía, es decir, las “regalías” o derechos por sus discos, no existen.
“Cuando a Chavela le proponían grabar un disco preguntaba: ‘¿cuánto me vas a pagar?’. De lo que le decían pedía el doble y se olvidaba del resto”, sintetiza.
Las acusaciones de Ávila, insiste, son “terribles y muy injustas”, porque si alguien ha cuidado en los últimos años a Vargas ha sido María, “gracias a la cual, muy probablemente, llegó a los 93 años y cumplió la mayoría de sus ‘últimos deseos’, entre ellos el de ir a España a despedirse de García Lorca”.
Chavela, remacha, no fue a España en contra de su voluntad, ni explotada por María. “Llegó lozana como una manzana. A Chavela no la mató el viaje a España y si fue eso lo que la mató fue así como ella quiso morir”, sentencia.
La artista, añade, no era “una dulce abuelita a la que poder someter” sino dueña de un carácter “de morirse”, a la que lo que más asco le daba en el mundo eran los escándalos en la prensa, “así que ahora en México no pueden ni ver a la sobrina”.