¿Hay límites en la expresión?
El video anti musulmán y las fotos de la duquesa inglesa son un testimonio de estos días
El video norteamericano que difama al profeta Mahoma y las fotografías en que aparece semidesnuda la duquesa de Cambridge cuestionan la moderna idea de que nada debe ser censurado y que, gracias a la internet, todos debemos tener acceso a todo. ¿Hay límites?
La primera impresión es que ya no los hay. En julio, se subieron sin ningún problema a YouTube 14 minutos de una película llamada La Inocencia de los Musulmanes -que aparentemente nadie ha visto- y que presentan al máximo guía espiritual de los musulmanes como un violador de menores de edad, misógino y criminal. En septiembre, versiones del video dobladas al árabe, aparecieron en internet y fueron transmitidas en Oriente Medio, lo que hizo estallar protestas contra Estados Unidos en Libia y Egipto.
Por el hecho de haber sido producido en Estados Unidos, el video proporcionó una excusa para que cientos de manifestantes atacaran violentamente el consulado de Estados Unidos en Bengasi, Libia. El embajador estadounidense Christopher Stevens, dos exmiembros de los SEAL y un empleado fueron asesinados en el enfrentamiento. Poco después, las protestas se extendieron a más de un veintena de países árabes y aún no han parado.
La administración del presidente Obama no tuvo nada que ver con el video, ni tampoco alguna agencia del Washington. De hecho, la Casa Blanca lo condenó y pidió a YouTube que revisara el video, ostensiblemente con la esperanza de que lo retirara del sitio en su totalidad. Aunque la corporación Google -dueña de YouTube- bloqueó inicialmente el video en Egipto, Libia, India e Indonesia, se negó a la petición de prohibirlo mundialmente. No obstante, el gobierno de Estados Unidos sigue siendo el blanco de estas protestas.
He visto el video, como millones de internautas en todo el mundo, y ciertamente se trata de una provocación barata, mal hecha, malintencionada, prejuiciada y racista. Sí, es estúpido y absolutamente intolerante, pero es muy simplista creer que esos 14 minutos pueden generar una reacción antinorteamericana tan fuerte. Está claro que en el mundo árabe hay todavía un profundo resentimiento contra Estados Unidos. El video en contra de Mahoma fue solo una excusa.
En los países musulmanes aún resienten el apoyo de décadas de Estados Unidos a los dictadores de la región. Hosni Mubarak era uno de los principales aliados norteamericanos antes de terminar en una cárcel de Egipto. Y hoy en día, por ejemplo, Estados Unidos apoya abiertamente al régimen antidemocrático de Arabia Saudita. Eso explica, en parte, las protestas. Pero hay más.
Aún no se olvidan las fotografías de torturas y abusos a los prisioneros árabes en las cárceles norteamericanas en la prisión Abu Ghraib. Y para muchos musulmanes todavía no tiene explicación la guerra que el expresidente George W. Bush inició contra Irak. Saddam Hussein era un terrible y sádico dictador pero no tuvo absolutamente nada que ver con los ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001, ni tenía armas de destrucción masiva cuando Estados Unidos invadió Irak.
Nada justifica la violencia contra el embajador Stevens y contra instalaciones norteamericanas en la región. Nada. Pero dudo mucho que el video haya sido la única razón que generó esa violencia. Eso explica, también, porque YouTube lo tiene todavía en su servidor y se puede ver en la mayoría de los países del mundo.
Otra noticia reciente, a primera vista en nada relacionada, ha tocado temas similares; la publicación de fotos de la duquesa de Cambridge, mejor conocida como Kate Middleton, sin la parte de arriba del bikini. Se las tomaron cuando ella vacacionaba en la casa de un tío de su esposo, el príncipe William, en Provence, en el sur de Francia. Aún cuando el paparazzi las haya tomado desde una carretera con un telefoto, se trata de una residencia privada y Kate y su esposo tenían el derecho absoluto a su intimidad. Si hubieran estado en un lugar público, no podrían aspirar a total privacidad. Pero ese no fue el caso.
Por eso la casa real en Gran Bretaña puso una demanda en contra de la revista Closer -que compró y publicó las fotos- y una corte en Francia prohibió la venta de las fotos a otros medios y exigió que todo el material tomado por el fotógrafo fuera regresado a Kate y William. Por supuesto, para entonces las fotos se habían diseminado ampliamente por la red y el daño ya estaba hecho.
En comparación con la violenta reacción que siguió a La Inocencia de los Musulmanes, este asunto parece trivial. Pero la defensa de la privacidad hecha por la corte nos protege a todos. Nadie, absolutamente nadie, tiene el derecho a publicar tus cartas y documentos personales ni a tomar fotografías dentro de tu casa. Eso es un delito en la mayoría de los países del mundo y la decisión del tribunal francés lo corrobora. En este mundo en que nuestra vida privada está a solo un clic de computadora y a un “hacker” de distancia, es bueno saber que hay leyes que nos protegen aunque no tengamos títulos nobiliarios.
Al final, ocurrió lo opuesto a lo que muchos suponían: el video que generó muertes y violencia no fue prohibido, y las fotografías de la duquesa sí. No, en este 2012, no todo se vale.