Peruana es la locutora más longeva del mundo
Maruja, de 97 años de edad, es la locutora de mayor edad en el mundo con su programa “Radio club infantil”.
Lima .- La peruana María Julia Venegas Salinas, más conocida como Maruja, es a sus 97 años la locutora más longeva del mundo al mantener todavía activa una trayectoria profesional que comenzó a los 20 años.
Maruja espera recibir próximamente el certificado del Récord Guinness que la acredite como la persona de mayor edad al frente de un micrófono de radio, ya que cada domingo por la tarde dirige desde su casa el programa “Radio club infantil”, que comenzó a emitir en 1944, cuando todavía no había acabado la Segunda Guerra Mundial, según publicó el diario El Comercio.
La veterana locutora, nacida en el barrio limeño de Barrios Altos, se inició en los micrófonos en 1935 cuando condujo el programa “Su melodía preferida”, en Radio Internacional, donde al principio sólo ponían “pura música procedente de Estados Unidos”.
“Entonces dije que también tenía que haber música peruana. Así que hicimos sonar fuerte ‘El cóndor pasa’”, recuerda Maruja, que más tarde también participó en un informativo radial que hablaba, más que nada, de las noticias que llegaban del conflicto bélico mundial.
La locutora afirmó que el récord lo asume “con gratitud a la vida” ya que, a pesar de no tener hijos, pudo disfrutar de la infancia con su “Radio club infantil”, nacido en las ondas de la desaparecida Radio Mundial con concursos artísticos “para que los niños, con su talento, alegraran a otros enfermos y sin familia”.
Ahora el programa permanece en Radio Santa Rosa con un estilo más educativo pero en sus mejores tiempos llegó a tener hasta 2,500 socios y contabiliza más de 3.000 audiciones de niños “que ahora ya son abuelos”, y que para participar necesitaban tener una conducta excelente en la escuela.
Maruja también se aventuró a lanzar su propia revista, titulada “Rosa Limeña”, trabajó como redactora en la publicación “Revista Social” y fue corresponsal de la revista “The West Coast Leader” en el centro del país, de donde conserva el recuerdo de la fuerza con la que bajaban las aguas del caudaloso río Mantaro.