‘Flight’, con Denzel Washington, es un vuelo de lo más extraño
Denzel Washington es el protagonista de 'Flight', el nuevo filme de Robert Zemeckis en el que da vida a un aparentemente heroico piloto de avión
El regreso de Robert Zemeckis al cine en imagen real es una noticia extraordinaria, de eso no cabe la menor duda.
Tras años dirigiendo títulos tan logrados como Back to the Future, Who Framed Roger Rabbit, Death Becomes Her, Forrest Gump, What Lies Beneath y, la que es probablemente su obra maestra, Cast Away, el realizador de Contact se pasó al cine animado, concretamente en el subgénero del cine de captura de movimiento, que ancló su carrera durante un tiempo.
Sí, de esos años dedicados a dicho tipo de cine surgieron filmes interesantes (como Beowulf y A Christmas Carol), pero nunca lograron ni el éxito económico deseado (Mars Needs Moms, que él produjo, no solo era una cinta horrenda, sino que también terminó siendo un fiasco en la taquilla) ni la consideración de que el género era necesario al lado de otras producciones animadas tradicionales (además, el estreno de Avatar catapultó la captura de movimiento a nuevos terrenos originales).
Debido a ello, Zemeckis decidió volver al cine en imagen real, y su primer filme con actores actuando “de verdad” es Flight, un drama que se estrena hoy y que nada tiene que ver con lo que el autor de Back to the Future 2 ha hecho a lo largo de sus más de 30 años de trayectoria.
La historia sigue al piloto de aviones comerciales Whip Whitaker (Denzel Washington, excelente como siempre), cuya primeras imágenes dejan claro qué clase de personaje es: un alcohólico, mujeriego y cocainómano que es capaz de pilotar un avión de pasajeros con precisión absoluta, incluso en las peores condiciones.
Y eso es precisamente lo que sucede: el aparato que comanda se enfrenta a una serie de problemas técnicos y se estrella. Pero gracias a la pericia de Whitaker al mando, las muertes a bordo son mínimas y los daños materiales escasamente cuantiosos.
Aquel, de inmediato, es considerado un héroe. Pero los análisis de sangre a los que lo someten revelan una cantidad considerable de drogas y alcohol, por lo que de inmediato la aerolínea lo pone en contacto con un representante sindical (el no menos extraordinario Bruce Greenwood) y un abogado (sensacional Don Cheadle).
Una y otra vez, Whitaker defenderá sus acciones y una y otra vez no se dará cuenta de que el problema real es su adicción.
Flight, clasificada R, supone un recorrido frío e inteligente por la vida y acciones de un ser que no reconoce sus problemas, que evita de cualquier forma enfrentarse a ellos.
Un drama adulto que, si bien a veces se desvía de su calculado análisis de una mente adicta (la relación del piloto con Ellen Block, interpretada por Melissa Leo, una drogadicta de la que parece que se enamora, es insustancial e innecesaria, ya que su fallida conexión con las mujeres queda bien definida a través del divorcio con su exesposa), consigue adentrarse en mundos raramente tratados por la gran pantalla, al menos de la forma como los expone el guionista John Gatins (Real Steel).
Si bien uno podría pensar que estamos ante un muestrario de los problemas que ocasiona la adicción, en Flight, Gatins, Zemeckis y los actores parecen tomar decisiones argumentales ciertamente curiosas y contradictorias: la única forma de que Whitaker supere sus problemas con el alcohol y se enfrente a su vida y futuro, es introducir al personaje de John Goodman, un simpatiquísimo vendedor de drogas, concretamente cocaína, que revitaliza el drama sombrío y lo lleva a situaciones de pura comedia…
Nadie en Flight dice que la cocaína es buena y el alcohol es malo, pero ciertamente su autores sugieren que la droga legal causa, o puede provocar, tantos problemas como las que no lo son (y en eso no andan muy equivocados).
A pesar de todo, Flight termina siendo un título apreciable por sus intenciones y propuestas, aunque a veces sus (previsibles) resultados devengan menos arriesgados de los que sus responsables creen.