Culmina recorrido por lograr el ‘DREAM Act’
Jóvenes activistas caminaron cerca de cinco mil millas para pedir al Congreso vuelva a considerar el proyecto de ley DREAM Act
WASHINGTON, D. C.— Llegaron cantando. En medio de turistas que batallaban con un día frío de otoño en el famoso memorial de Lincoln, un grupo de Dreamers hizo sentir su presencia.
Caminaron cerca de cinco mil millas; cruzaron el país de un extremo a otro para pedir una sola cosa: que se vuelva a presentar en el Congreso el Proyecto de Ley del Sueño y se someta a votación.
Partieron con la brisa de la primavera —en marzo de este año— desde San Francisco y llegaron recién ayer a Washington, D.C.
“Queremos educación, no deportación”, cantaban. “Somos los Dreamers…”, decía otra rima. “Sigan soñando”, les gritó uno de los tantos transeúntes que los escuchaban —sólo la punta del iceberg de lo que tuvieron que enfrentar en su larga travesía—.
Durmieron en cementerios, caminos, casas abandonadas e iglesias. Recibieron ayuda de extraños que les abrieron las puertas de sus hogares pero también el rechazo de otros que no se sienten cómodos frente a la palabra “indocumentado”.
Verónica Gómez, Raymi Gutiérrez, Jonatan Martínez y José Sandoval acaban de culminar una aventura que probablemente nunca olvidarán, una que quieren sellar entrando a la Casa Blanca y logrando que el Proyecto de Ley del Sueño se vuelva a levantar en el nuevo Congreso.
“Estoy muy contenta de que hayamos llegado. Yo caminé por mi familia. La caminata requirió de mucha energía mental, física, psicológica y emocional. Hubo tantas veces que sólo quería volver a casa. Yo no firmé un contrato diciendo que iba a hacer esto. Elegimos sacrificar el tiempo por esta caminata”, explica Gutiérrez, de Salt Lake City.
“Podría haber tomado un tren, o manejado, pero caminamos porque nos recuerda sobre el sacrificio, el que han hecho nuestros padres y la gratitud que tenemos por ellos. Mis padres vinieron a este país para darle una mejor vida a sus hijos”, dice.
En un Washington cada vez más dividido el esfuerzo de estos jóvenes contrasta con la falta de acción del Congreso. Su meta es revolucionar voluntades y corazones. La pregunta ahora es si acaso lo lograrán.