Eso no es reconcilación
Parecería que el resultado de las elecciones presidenciales todavía no ha sido digerido por los republicanos de la Cámara de Representantes.
Cómo explicarse entonces el contenido del comentario del miércoles del presidente de la Cámara Baja, John Boehner. Allí el congresista ni más ni menos le dijo al presidente Obama que todo estaba igual que antes de la elección y, en pocas palabras, que están listos para causarle problemas cuando el mandatario solicite elevar el techo de la deuda o la legislación para mantener funcionando el gobierno.
Boehner dijo que su bancada aceptaría nuevos ingresos del gobierno si viene a través de una reforma impositiva o de crecimiento económico, que la reforma impositiva tiene que eliminar deducciones, que baje impuestos y cambiar la estructura financiera de los programas federales como Medicare, Social Security y Medicaid.
Esta es precisamente la agenda presentada por Mitt Romney y rechazada por la mayoría de los votantes. La economía fue el tema central de la elección y allí estas propuestas perdieron el debate.
¿Será que no pueden aceptar que la mayoría de los estadounidenses no cree en sus recetas?
El martes los electores decidieron que el enfoque “equilibrado” para enfrentar el déficit es el de recortes de presupuesto y aumentos de ingresos planteado por Obama. La definición de “equilibrado” de los republicanos perdió en la elección, los votantes le dijeron no.
Es más, como resultado del comicio pasado, habrá menos legisladores republicanos tanto en la Cámara Baja como en el Senado en la próxima sesión. El impacto de la elección también dañó la bancada partidaria.
En estos próximos meses debe haber un acuerdo entre el Congreso y la Casa Blanca para evitar el ab`ismo fiscal, que por ley, eleva impuestos y recorta el presupuesto de una manera devastadora para la economía.
En este contexto el mensaje de Boehner no fue conciliador a la luz del resultado electoral. Por el contrario, reflejó la inflexibilidad ideológica que ha colocado al Congreso en el nivel de popularidad más bajo de su historia.
La postura esbozada por Boehner indica que no hay respiro para Obama, ni para los estadounidenses que esperan una colaboración bipartidista. El país votó para definir el largo debate económico. Que alguién le avise a los congresistas republicanos que sus ideas perdieron.