Con la mira y/o a la zaga de ‘Pacman’

Abner Mares y Anselmo “Chemito” Moreno suben hoy al cuadrilátero del Staples Center para jugarse el título mundial del Consejo Mundial de Boxeo en poder del jalisciense.

Pelean en 122 libras como supergallos, dos pugilistas de 118 libras, dos gallos naturales, porque tienen motivaciones superiores para creer que pueden ir más lejos en sus carreras.

Lo curioso es que han dicho que tienen en mente un combate contra Nonito Donaire.

Es decir, que Mares pelea contra “Chemito”, pero pensando en Donaire. Y viceversa. Quieren pelear con Donaire porque produce plata y prestigio. Es la zaga de Manny Pacquiao.

Nunca antes del legendario zurdo filipino, boxeador alguno había hecho la “machada” de debutar en 107 libras y luego pelear y ser campeón mundial en 147.

Lo hizo Manny Pacquiao y lo intentó Juan Manuel Márquez persiguiendo a Pacquiao, después que éste le ganó el segundo combate en 130 libras, en Las Vegas. Manny subió a 135 y luegó a 140 y para allá fue Márquez hasta conseguir el tercer combate que se celebró en las 142 libras.

Donaire y “Chemito” Moreno parecen tener un camino viable en los plumas, ligeros y aún superligeros, pero Mares sí parece destinado a ser un batallador de los supergallos.

Lo demás sería jugar con las categorías que dictan el peso y de paso arriesgar la salud de los peleadores.

No sobra recordar que Óscar de la Hoya, que empezó en 132 libras y llegó a pelear con éxito en las 160, se jugó el chiste de rebajar hasta las 142 para enfrentar a Pacquiao y así —sin fuerzas y sin pegada— fue presa fácil del filipino que lo apaleó en ocho asaltos y lo retiró del boxeo.

Por eso hoy, cuando Mares y Moreno suban al cuadrilátero a dirimir sus diferencias, con la cabecita puesta en una pelea futura con Nonito Donaire, es bueno saber hasta dónde pueden llegar uno y otro.

Julio César Chávez, padre, empezó en 120 libras en 1981, llegó a pelear en 154 libras, y fue bueno en todas las categorías, pero el gran Alexis Argüello, tal vez el más grande de todos los pesos ligeros (135 libras), pagó caro su paso a las 140 libras y manchó su leyenda cuando fue noqueado dos veces por Aaron Pryor.

Mares y Moreno piensan hoy en Donaire y Donaire piensa en Pacquiao, pero la historia cuenta que no hay fórmulas mágicas y que lo que fue bueno para uno, luego fue malo para otro. Pacquiao escaló sin pedir permiso a nadie y entre que saltaba categorías tuvo tiempo para ganar 54 peleas, lograr ocho títulos mundiales y hacerse multimillonario.

Los demás sueñan.

Se vale soñar.

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