Grandes pérdidas en el puerto por la huelga
Temen el impacto económico que puede tener el conflicto
Cerrada la principal puerta marítima de Estados Unidos por una huelga de oficinistas que este viernes no pudo concluir, se cumplió el principal temor de las autoridades: los buques de contenedores han comenzado a desviarse a puertos en Oakland, Alaska, México, Costa Rica y Panamá.
De las ocho embarcaciones de carga que ayer cambiaron de ruta, dos se dirigieron a Ensenada, Baja California, y uno a Manzanillo, Colima, cuyos planes de expansión se han enfocado en atender el sobrecupo en las terminales de Los Ángeles en unos años.
Pero si el paro de empleados administrativos -que desde 2010 negocian un contrato laboral- sigue por más días, otras embarcaciones intentarán atracar en los puertos mexicanos y de otros países, causando problemas de operación en sus instalaciones, advirtió una entidad marítima local.
“Si esto continúa por mucho tiempo muchos otros puertos estarían aglomerados porque ellos ya tienen buques por atender”, indicó el capitán Richard Mckenna, director ejecutivo de Marine Exchange of Southern California, que monitorea el tráfico de buques en el complejo Los Ángeles/Long Beach.
Cada mes, ambos puertos, que son la entrada a Estados Unidos del creciente comercio asiático, reciben unos 200 barcos de carga, concluyendo con 1.2 millones de contenedores en 2012, según estadísticas. Su vecino de Ensenada apenas sumó una décima parte en ese período.
“No tendría sentido tener los buques en los puertos pequeños, porque también allá habría retrasos para descargar los contenedores”, mencionó Mckenna a La Opinión.
Las compañías de transporte de bienes han hecho lo posible por evitar el impacto de una huelga que comenzó el martes y que no ha encontrado solución pese a la intervención de legisladores federales, una carta que la Federación de Minoristas envió a la Casa Blanca, ni la mediación del alcalde Antonio Villaraigosa, quien -paradójicamente- está en Sudamérica promoviendo el “Puerto de América”.
Con la expansión del Canal de Panamá en dos años cambiará la dinámica comercial y habrá una mayor competitividad portuaria. Para ello, el puerto de San Pedro ha invertido 1,200 millones de dólares para modernizar sus terminales y aumentar su capacidad ferroviaria.
Todo ese avance, sin embargo, ha sido puesto contra la pared por un pequeño sindicato, de apenas 700 integrantes, que pelea para que 14 empleadores no firmen contratos con empresas fuera del país.
“Tres de nuestras terminales de contenedores siguen cerradas, por lo que más de la mitad del puerto está clausurado al comercio”, dijo ayer Art Wong, vocero del puerto de Long Beach.
Mientras tanto, siete de ocho terminales de Los Ángeles seguían inmovilizadas el viernes por unos cuantos trabajadores que mostraban carteles pidiendo mejores condiciones laborales.
La otra parte del conflicto, la Asociación de Empleadores de Puertos de Los Ángeles-Long Beach (HEA), afirmó que los oficinistas tienen en la mesa una oferta tentadora que han rechazado: elevar su sueldo promedio anual de 165,000 a 195,000 dólares, tener once semanas de vacaciones y recibir un “generoso” incremento a sus planes de pensión.
Y asegura que el sindicato quiere llenar vacantes innecesarias presionando a la actividad portuaria.
“Hay un compromiso mutuo de seguir adelante”, declaró Stephen Berry, representante de HEA. “Los empleadores mantienen la esperanza de que habrá una solución rápida y podamos lograr que la carga fluya nuevamente”, agregó.
Tanta es la preocupación de la Federación Nacional de Minoristas (NRF), que ha pedido al presidente Barack Obama intervenir en el conflicto para que la mercancía varada llegue a sus negocios.
“Una huelga prolongada en los puertos más grandes del país tendría un impacto devastador en la economía de Estados Unidos”, señaló su presidente Matthew Shay en una carta dirigida al mandatario.
Cada uno de los diez días de paro en los puertos de la Costa Oeste en 2002 costó $1,000 millones a la economía y su impacto a la cadena comercial se subsanó seis meses después, según NRF.
Se estima que entre 5,000 y 10,000 trabajadores está desocupados por la huelga en Los Ángeles.
“Pero va más allá del puerto, porque éste sostiene muchos empleos fuera del puerto: camioneros, empleados ferroviarias, bodegueros, abastecedores”, indicó el capitán Mckenna.