Exámenes para maestros
Sociedad
CHICAGO Un aplauso para la mejor sugerencia de reforma educativa propuesta este año: Un examen similar al examen de reválida de los abogados para los maestros.
Esta sugerencia es fundamental y ha tiempo necesaria. Otra palabra que podría describir mi respuesta a los observadores de políticas educativas, que se preguntan si debemos someter a los maestros a rigurosos niveles nacionales es: obviamente.
La idea del examen fue propuesta por Randi Weingarten, presidenta de la Federación Norteamericana de Maestros (AFT, por sus siglas en inglés) quien, en su introducción al informe de esa organización titulado “Elevar los estándares”, expuso los fundamentos sobre los que se basa este cambio sísmico para el mundo de la preparación de maestros: “Tenemos que eliminar un rito iniciático, por el cual se les entrega a los maestros novatos las llaves de un aula, se espera que resuelvan las cosas solos para ver si tienen éxito o se hunden, ellos (y sus alumnos)”.
Dando una vuelta de tuerca más, sugiero que ha llegado también la hora de eliminar la práctica común de permitir que los maestros enseñen materias sobre las que tienen poca formación académica. Un sistema de eliminación y un ambiente de excelencia que llegue a cada escuela individual podrían ayudar a resolver ese punto.
En 2011, el Centro Nacional de Estadísticas Educativas publicó un informe ”Calificaciones Educativas y de Certificación para Maestros Secundarios de Materias Básicas en Escuelas Públicas Departamentalizadas” que dividió los tipos de maestros en el aula sobre la base de una encuesta de escuelas y personal de 2007-2008.
En general, la mayoría de los maestros en 11 amplias áreas como Lenguas, Ciencias y Matemáticas contaban tanto con un título terciario como con una certificación en sus principales áreas pedagógicas. Pero lo sorprendente es la cantidad que carece de esas calificaciones.
Por ejemplo, el 25 por ciento de los maestros de Inglés, el 34 por ciento de los de Matemáticas y el 25 por ciento de los maestros de Ciencias no fueron considerados como altamente calificados.
Y aún peor es la concentración de maestros con bajas calificaciones en escuelas con cuerpos estudiantiles formados principalmente por minorías.
En un informe de 2008 titulado “PROBLEMAS BÁSICOS: Sigue habiendo maestros que enseñan cursos académicos clave fuera de su área de especialización”, el Education Trust halló que “en las escuelas secundarias de Estados Unidos, los estudiantes de bajos recursos y los de color tienen dos veces más probabilidades de asistir a cursos enseñados por maestros que o bien no están certificados en la materia que están enseñando o bien esa materia no fue parte de su concentración principal en la universidad.”
Como señala el informe de la AFT, “La enseñanza, como otras profesiones respetables, debe tener un proceso de evaluación universal para poder acceder a ella, que incluya rigurosa preparación centrada en prácticas de la enseñanza, así como también en teoría, y en exámenes en profundidad sobre la materia y los conocimientos pedagógicos, y una evaluación integral del desempeño como maestro”.
El rigor es la palabra clave aquí. Otro estudio el informe de 2011 del Consejo Nacional sobre Calidad Pedagógica, titulado “Enseñanza de estudiantes en Estados Unidos” ha mostrado la deficiencia de muchos planes de preparación de maestros. Tres cuartos de los 134 programas, elegidos al azar, que el consejo evaluó no cumplían con cinco estándares esenciales para un programa de alta calidad.
Muchos estados requieren varias pruebas estandarizadas para obtener la certificación. Pero permítanme decirles, tras haber tomado muchos de estos exámenes, que son tan fáciles que parecen un insulto. Y sin embargo, hay muchos reincidentes, que tienen que tomarlos una y otra vez hasta poderlos pasar.
La respuesta tampoco consiste en más educación las investigaciones han demostrado repetidamente que los cursos adicionales en el nivel de maestría, que muchos maestros adquieren para incrementar su salario, no guardan relación con la eficacia de éstos en el aula.
Los estándares propuestos por la AFT apuntan a la esencia de lo que se requiere para ser un buen maestro: Estudiantes excelentes, que salgan de la universidad con destreza documentada en áreas especializadas, rigurosa capacitación como maestros, severos exámenes que demuestren conocimientos, y métodos estrictos de capacitación y de evaluación de desempeño en el aula. Muchas de las partes interesadas odiarán la propuesta. Pero suena parecido al tipo de logros académicos que esperamos de los estudiantes de las escuelas secundarias públicas que tienen éxito.