Ultima bendición del Papa atrae multitud

El Papa saluda  desde la ventana de su estudio, ante los vítores  de miles de fieles que estaban en  la Plaza de San Pedro.

El Papa saluda desde la ventana de su estudio, ante los vítores de miles de fieles que estaban en la Plaza de San Pedro. Crédito: AP

CIUDAD DEL VATICANO/AP — El Papa Benedicto XVI ofreció ayer la última bendición de su pontificado desde la ventana de su estudio ante los vítores de decenas de miles de personas que abarrotaron la Plaza de San Pedro, pero trató de asegurarles que no abandona la Iglesia tras decidir retirarse para pasar sus últimos años en oración.

Benedicto XVI, de 85 años, abandonará el papado el jueves por la noche, el primer Papa en hacerlo en casi 600 años, después de afirmar que ya no tiene la fortaleza física ni mental para liderar a los 1,200 millones de católicos del mundo.

Aunque últimamente se le ha visto cansado y frágil, la multitud que llenó la plaza empedrada pareció darle energía. Habló en voz clara y fuerte, agradeciendo repetidas veces a los fieles por su fidelidad y afecto, mientras que éstos lo interrumpían repetidas veces con aplausos y vítores. La policía calculó que en la plaza había 100,000 personas.

Benedicto XVI dijo a los presentes que Dios lo llama a dedicarse a “rezar y meditar aún más”, lo que hará en un monasterio aislado que le remodelan en este momento en los terrenos detrás de las antiguas murallas de la Ciudad del Vaticano.

“Pero esto no significa abandonar a la Iglesia”, dijo, mientras muchos parecían estar tristes de no poder verlo más. “Por el contrario, si Dios me lo pide, esto es porque puedo continuar sirviendo (a la Iglesia) con la misma dedicación y el mismo amor con que lo he tratado de hacer hasta hora, pero en una forma más adecuada para mi edad y mis fuerzas”.

La frase “tratado de hacer” fue la única que el papa añadió al texto escrito de su alocución.

Benedicto XVI tiene programada una presentación pública más, una audiencia general el miércoles en la Plaza de San Pedro.

El Papa sonrió a la multitud después que un asistente abrió la cortina blanca de su ventana, y les dijo a los presentes: “Gracias por su afecto”.

Un niño que estaba en la plaza alzó un letrero amarillo que decía en italiano: “Usted no está sólo. Yo estoy con usted”.

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