PRI favorece a intereses trasnacionales, dicen expertos
La militarización del suelo mexicano, como supuesto combate al crimen organizado, ha funcionado al Estado para generar caos y reprimir a defensores del territorio, aseguran analistas
SAN FRANCISCO.— El nuevo gobierno mexicano con Enrique Peña Nieto al frente mantiene un compromiso con un modelo de desarrollo económico que beneficia a los corporativos trasnacionales, pero que a su vez genera luchas y resistencias en los pueblos. Es un sistema que genera conflicto, “por eso no van a revertir la militarización del país”, aseguró Laura Carlsen, directora de Americas Program, en su paso por la SFSU (San Francisco State University).
Carlsen llegó acompañada a la ciudad por Gloria Muñoz Ramírez, directora del sitio de noticias Desinformémonos.org, para que juntas ofrecieran una perspectiva de la actual situación política de México, pero vista desde abajo, y desde arriba, según explicaron.
Tras la presentación en la universidad, El Mensajero tuvo oportunidad de platicar con cada una de ellas en un sitio ubicado en la esquina de las calles Haight y Masonic, para conocer, a nivel de banqueta y con una mesa en medio, este enfoque desde lo subterráneo y desde la posición del poder.
Desde abajo
Gloria Muñoz planteó que los mexicanos atraviesan un peculiar momento de recolonización o reconquista de los pueblos indígenas y rurales: “Esto ocurre a través de los megaproyectos que quieren imponerse en este territorio, que tiene que ver con minas, hidroeléctricas, acueductos, proyectos turísticos, ampliación de carreteras, termoeléctricas, gasoductos, en fin, una serie de megaproyectos justo donde están los recursos naturales, que es en el territorio indígena”.
En su consideración “hay una ofensiva que es incluso más salvaje que la de hace más de 500 años, ahora no solo protagonizada por españoles, sino por canadienses, por holandeses, por ingleses, por franceses, en fin, todos los recursos trasnacionales que en este momento desean los recursos de este país y que a través de las instituciones de gobierno, del Estado, se les está dando todas las facilidades para que entren”.
Como periodista de La Jornada, Gloria Muñoz ha reportado distintos movimientos sociales, desde 1994, por ejemplo, al zapatismo, que integró en su libro “20 y 10, el fuego y la palabra”, y más reciente, las actividades globales del #YoSoy132 en la sección de Indignados. Desinformémonos, la publicación semanal que dirige en internet es un sitio donde no se proponen “un periodismo neutral ni falsamente objetivo; nos asumimos como un espacio de abajo y a la izquierda”.
La periodista afirmó que los grupos trasnacionales que operan en México, “actúan con la total complicidad de los diferente órganos de gobierno: municipal, estatal y federal, y con un ingrediente extra: la militarización, es decir, la ruta de la militarización en México no sigue la ruta de las bandas criminales, sigue la ruta de los recursos naturales. Entonces, estas trasnacionales están entrando a las comunidades de la mano del ejército, cuidados por el ejército, como si lo que se tratara fuera de cuidar y de defender y salvaguardar la inversión extranjera”.
Gloria aseveró que aunque para los turistas, e incluso mismos mexicanos, estas resistencias son invisibles, “hay un México que resiste; que existe y resiste”.
Desde arriba
Laura Carlsen, directora de Americas Program y columnista en el Huffington Post, esbozó un México que transcurre por una etapa complicada, pues el partido político que llevó a Enrique Peña Nieto a la presidencia suele presentarse como “el nuevo PRI”, cuando de hecho, “sabemos que gobierna a partir del control social, que funciona en muchos sentidos por medio de la cooptación, por medio de la división de organizaciones sociales y de la oposición; funciona por medio del soborno, y cuando todo lo demás no funciona, pues por medio de la represión armada abierta”.
Para la comentarista de Al Jazeera y NBC, abrir los recursos naturales a la inversión trasnacional, como lo hace el gobierno mexicano en casos como los que resisten los pueblos yaquis, huicholes, cocas, ñañús, nahuas, tzotziles, tzeltales, tojolabales, totonacos y otros tantos pueblos más, implica conflicto. “Es un modelo que genera conflictos, conflictos fuertes y conflictos sangrientos y ellos (el gobierno) para hacer estas privatizaciones necesitan tener al ejército en las calles y en las comunidades. Para esto sirve la guerra contra el narcotráfico”.
¿La guerra contra el narcotráfico es una guerra contra los pobres, contra quienes están asentados en los recursos naturales?
—Sí, la guerra contra el narcotráfico es una guerra contra sectores de la población. Ha sido una guerra contra defensores y defensoras de derechos humanos, y de los derechos en general. Ellos son blanco de ejecuciones que luego se cubren diciendo que son producto de la violencia causada por el conflicto del narcotráfico o de la delincuencia común, cuando hay muchos indicios de que son crímenes de Estado. Sirve muy bien tener pretexto de la militarización contra el crimen organizado para en realidad utilizar a las fuerzas armadas y los policías contra estos sectores.
¿A quién le sirve esta guerra?
—Empezando por el lado mexicano, al gobierno. El gobierno tiene un compromiso a un modelo de desarrollo, dizque desarrollo, que tiene muy poco apoyo popular y que genera muchas resistencias a nivel local. Lo mejor para ellos es tener a mano el ejército, con este pretexto, y por eso no van a revertir la militarización del país.
Si cruzamos la frontera, vemos también que en EE.UU. hay intereses muy fuertes. Empezando por los económicos. Son dos millones de dólares ya enviados para implementar la Iniciativa Mérida, la mayor parte va a empresas privadas con contratos para ir a entrenar a policías y militares mexicanos. Están convirtiendo la guerra contra el narcotráfico en una guerra todavía más profunda, supuestamente contra el terrorismo, que no existe en México, pero que reconstruye el modelo de George Bush, que es el tema de la seguridad de los EE.UU. y que no tiene nada que ver con la seguridad de los mexicanos y las mexicanas.
¿Cuál es el interés de esta guerra en suelo mexicano?
—La minería, empresas con mucho capital estadounidense. Hay una alianza entre los tres países norteamericanos para implementar esto. La minería va en ofensiva, no sólo en México sino en América Latina […]. También el agua, por su manera de ser conservada durante siglos, el agua está concentrada en tierras indígenas, y también campesinas. Es también una inversión internacional […]. Y el petróleo, se les cae la baba por tener más acceso al petróleo mexicano. Una estrategia no solo de ganancia económica, sino de seguridad nacional, porque EE.UU. se niega a cambiar un modelo al cual es dependiente, tiene que asegurar un abastecimiento y teme las condiciones políticas en Medio Oriente, y busca en México tener un abastecimiento seguro para seguir desperdiciándolo.
¿Era el PRI el partido ideal para estos grandes corporativos?
—Sí, Peña Nieto ha hablado muy claro que ha estado a favor de abrir más el sector de petróleo a la inversión extranjera. Había un momento en algunos intereses de los EE.UU. que pensaban que podría ser mejor el PAN, porque el PRI tiene esta historia de nacionalista, pero hace mucho que perdió esto. Hace mucho que el PRI dejó de pelear por la soberanía nacional. Hace mucho que el PRI no defiende el control nacional sobre los recursos naturales. El PRI puede ser ahora un aliado absolutamente fiel a los intereses económicos trasnacionales y al gobierno de los Estados Unidos.