Romper corazones de piedra
El papa Francisco deberá jalarle las orejas a los jerarcas religiosos que olvidaron sus votos de pobreza y su vocación de servicio
Al Grano
El Amor escrito con A mayúscula es sin lugar a dudas el patrimonio más valioso del ser humano. El Amor es el motor de la vida. Recordemos que Jesús vino para demostrar que su padre nos creó por Amor.
Espero no se espanten porque, en tiempos desaforados como los que vivimos hoy, hablar de Dios y la fe es considerado fanatismo y quien lo hace es visto como un animal raro.
Una de las razones por las cuales la humanidad ha caído en la anarquía espiritual, es la falta de sensibilidad social y misericordia. Hay que ser compasivos para perdonar. Si perdonamos mejoran las relaciones y nos sentimos en paz. Hay que promover el Amor al prójimo y tener Amor propio, para no padecer de hambre espiritual.
Los católicos estamos presenciado un momento histórico y debemos ser partícipes.
Jorge Bergoglio, el cardenal argentino escogió ser el papa Francisco. Si se lo propone podrá romper el revestimiento de piedra de los corazones duros, que no conocen el amor y la caridad. Decía Juan Pablo II que “la peor prisión es un corazón cerrado y que amar es lo contrario de utilizar”.
En su natal Argentina, el cardenal Bergoglio luchó contra la frialdad de los gobernantes y criticó a Cristina Fernández por no frenar la pobreza.
Bergoglio debe comenzar una reevangelización, recuperando el espacio perdido frente a múltiples religiones surgidas del desencanto y hacer volver a los feligreses en fuga, cansados de tanta ignominia y mentira.
Igualmente, tiene una dura labor orientadora para preservar y reconstituir a la familia. Repetía Juan Pablo II que “El matrimonio y la familia cristiana edifican la Iglesia”. Los hijos son frutos preciosos del amor.
Llegó el momento de jalarles las orejas a ciertos jerarcas del Vaticano y de las Arquidiócesis, que olvidaron sus votos de pobreza y su vocación de servicio. No hablo de los curas que trabajan en parroquias pobres donde la escasez margina. Me refiero a los que no aman ni respetan a su feligresía y por el contrario son egoístas. A ellos les tiene que llegar el aviso de que hay vientos nuevos en la Iglesia Católica.
Al vestirse con una sencilla sotana blanca, sin adornos ni capa, nos señaló un camino de austeridad y más al escoger el nombre de Francisco. Él tiene una misión pastoral difícil, comenzando por limpiar la casa y generar confianza en una Iglesia devastada por escándalos de pederastia y malversación de fondos. Bergoglio tendrá que vencer el enojo y la hostilidad, síntomas que invaden los corazones revestidos de piedra.
Ahora han comenzado los fatalistas y enemigos de la Iglesia Católica a señalar que él es el Papa negro del fin del mundo, el cual Nostradamus y Malaquías predijeron en sus profecías, porque al superior de la Compañía de Jesús se le llama así. El apelativo surge del color de las sotanas que visten históricamente los jesuitas.
Más allá del misticismo, los católicos tenemos que proteger y defender la iglesia con Amor.
San Francisco, orando en la capilla de San Damián en Asís, que estaba derruida, oyó una voz: “Francisco, repara mi iglesia, ¿no ves que se derrumba?”. ¿Una semejanza de hoy? Esperemos que así sea y que ponga orden en casa.