Benito Juárez no requiere caballo

El patriota mexicano tiene un sitio especial entre las figuras históricas estadounidenses

La estatua del presidente de México más celebrado, Benito Juárez, sin caballo, en Foggy Bottom, en Washington, D.C.

La estatua del presidente de México más celebrado, Benito Juárez, sin caballo, en Foggy Bottom, en Washington, D.C. Crédito: Wally Gobetz / Flickr

Sociedad

Durante los 20 años que he vivido en Washington, D.C., he visitado a muchos generales blancos muertos sentados sobre caballos. Los monumentos al aire libre dedicados a los héroes bélicos están dispersos por toda la ciudad capitalina. Es imposible no verlos.

Normalmente se encuentran en lugares de privilegio, por la Avenida Pennsylvania, cerca de la Casa Blanca y del Capitolio, o en el corazón de la ciudad, a lo largo del parque que alberga algunos de los más importantes museos de arte e historia a nivel mundial, los que forman parte de la Institución Smithsonian. Localidades de primera clase. Una meca para turistas.

Sólo las palomas adoran más que yo los monumentos al aire libre. Y ninguno me impresiona más que la estatua del presidente de México más celebrado, Benito Juárez, sin caballo. Está de pie junto a un nido de carreteras en el barrio de Foggy Bottom, en Washington, D.C., algo alejado de los caminos de rutina, frente al hotel Watergate y el Centro de las Artes Dramáticas Kennedy. No es un mal lugar, pero probablemente no lo ven muchos turistas ni palomas.

Yo me pregunto cuántos de los residentes del Watergate y los asistentes al teatro en el Centro Kennedy que pasan en auto por la estatua le reconocerán el cumpleaños a Juárez. Nació el 21 de marzo, del año 1806. Yo normalmente visito la estatua por estos días para rendir le homenaje al indio zapoteco, hijo de padres analfabetos, de un pueblo en Oaxaca. Le enseñó a leer y a escribir un sacerdote católico, y Juárez estudió leyes y llegó a ser juez, asesorando en la redaccción de la constitución de México.

La estatua fue un regalo en 1969 del gobierno de México como respuesta a una estatua retrato de Abraham Lincoln que presentó el presidente Lyndon Johnson a México en 1966. Con frecuencia se le llama el “George Washington de México”, y la estatua de Juárez está posicionado apuntando con el brazo extendido el busto de Washington, el cual se encuentra en el recinto universitario cercano de la George Washington University.

Cuando observo desde abajo la figura de tamaño natural hecho de bronce, casi pareciera que se bajaría de su base de granito para conversar conmigo. El artista Enrique Alciati creó la rendición realista en 1891. Se volvió a fundir en 1968. Mientras que el brazo derecho de la estatua está extendida, en gesto de señal, la mano derecha contiene un libro cuyo título es Reforma. Dentro de la base hay una urna que contiene tierra del estado de Oaxaca. Hay placas con inscripciones en español y en inglés de un dicho famoso de Juárez: “El respeto al derecho ajeno es la paz”.

El brazo derecho de Juárez señala con tal confianza que espero ver que un taxi se detenga en cualquier momento para llevarnos de paseo. Me pregunto si él era adepto al realismo mágico, como lo han sido tantos grandes novelistas latinoamericanos. El no era de los que se mantenía quieto, cual estatua. En 1853, huyó a Nueva Orleans para escaparse de la dictadura militar corrupta del general Antonio López de Santa Anna. Al año siguiente, colaboró en redactar el Plan de Ayutla, documento que urgía la deposición de Santa Anna y la realización de un congreso para implementar una nueva constitución. Tuvo éxito. La gente respondió.

En 1861, Juárez fue elegido el presidente número 27 de México. Se hizo amigo de Abraham Lincoln, quien le aconsejó sobre la creación de una democracia. Durante su presidencia, Juárez intentó crear una sociedad civil moderna con una economía capitalista según el modelo de los Estados Unidos. Se le venera como un reformador dedicado a la democracia y los derechos por igual para la población indígena de México, también por reducir el poder de la iglesia católica y por su defensa de la soberanía nacional. Juárez fue elegido de nuevo como presidente en 1867 y en 1871.

Además de la estatua en Washington, D.C., los Estados Unidos tiene estatuas de Juárez por la Sexta Avenida en Nueva York, en Bryant Park, en la Plaza de las Américas en la Avenida North Michigan en Chicago, y por la calle Basin en Nueva Orleans, donde trabajó en una fábrica de puros durante su exilio.

Murió en la Ciudad de México en 1872, de un ataque al corazón. La fecha del 21 de marzo se ha convertido en feriado nacional en México y para algunos de nosotros, es un día para reflexionar sobre un héroe quien no requiere de un caballo para adornar su monumento al aire libre.

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