‘Man of Steel’ vuela a trompicones (video)
Crítica de cine: El filme a pesar de sus aciertos, termina siendo una decepción.
Oh, Superman. ¿Por qué Hollywood insiste en hacer creer al espectador que un hombre puede volar, una y otra vez, pero nunca sin lograr los extraordinarios resultados de la primera vez?
Cuando Christopher Reeve sedujo al mundo en su doble papel de Clark Kent y Hombre de Acero, allá por 1978, quedó claro que lo que hacía a ambos personajes individuos meritorios de seguir en sus aventuras era su carisma, encanto, heroísmo, humor… y humanidad.
En manos del cineasta Richard Donner, Superman terminó convirtiéndose en la base sobre la que se creó el subgénero de los súper héroes, hoy plagada de aciertos (como la reciente Iron Man 3 o cintas previas como la trilogía de Batman —Batman Begins, The Dark Knight y The Dark Knight Rises—, un par entregas de X-Men —X2: X-Men United y X-Men: First Class— y Spider-Man 2, entre otras) y errores (Daredevil, Green Lantern, las dos primeras entregas de Iron Man y muchas más).
En fin, que después de que se quedara —momentáneamente— sin las franquicias de Harry Potter y Batman, el estudio Warner Bros. se ha planteado con Man of Steel no solo la resurrección del personaje, tras el fallido intento que supuso Superman Returns (2006), sino una nueva saga a través de la cual generar el consiguiente flujo de beneficios a través de sus multiplataformas (cine, televisión, “merchandising”, video juegos y demás).
Para ello, convenció a Christopher Nolan, director y alma mater de los tres Batman más recientes para que supervisara Man of Steel que, al final, cayó en las manos del realizador Zack Snyder, conocido por sus excesos visuales en títulos como Dawn of the Dead, Watchmen (sus dos mejores largometrajes), 300 y Sucker Punch (éstas dos, simplemente olvidables).
Es en la elección de Snyder donde recaen todos los problemas (y quién sabe, quizás también las virtudes, que las tiene) de Man of Steel.
Yendo adelante y atrás en el tiempo cronológico, el filme escrito por David S. Goyer (guionista de Batman Begins, trilogía Blade y la excelente Dark City) sigue la llegada a la Tierra de Kal El (Henry Cavill de adulto, y Dylan Sprayberry y Cooper Timberline de adolescente y niño, respectivamente), también conocido con el nombre de Clark Kent.
Kent proviene del destruido planeta de Krypton. Su padre, Jor-El (un eficaz Russell Crowe) fue quien decidió enviarlo a nuestro planeta como única salvación, y antes de la destrucción total de su hogar.
En la Tierra, Kal El adquiere poderes inimaginables que, en manos de las personas equivocadas, podrían resultar catastróficos.
Una vez entre nosotros, Kent es criado por Jonathan y Martha (extraordinarios Kevin Costner y Diane Lane), sabedores de los poderes de su hijo adoptivo.
Entra en escena Lois Lane (Amy Adams, como siempre excelente), una periodista del Daily Planet, cuyo editor es Perry White (Laurence Fishburne), quien no tarda en entrar en contacto con Superman —en una confusa y demasiado apresurada secuencia que termina dictando la relación entre ambos—.
En medio de todo ello, el General Zod (Michael Shannon) y su pequeña armada de supervivientes de Krypton, que aterrizan en la Tierra dispuestos a enfrentarse con Superman.
Como se puede apreciar, en la historia de Man of Steel —que ha sido clasificada PG-13 y se estrena la medianoche del viernes— aparecen elementos detallados tanto en Superman (1978) como Superman II (1980)… pero eso no quiere decir que en las intenciones de Zack Snyder esté el seguir las enseñanzas de ninguna de ellas, tal y como hizo Bryan Singer en Superman Returns, cometiendo un error del que, seguro, ahora debe estar arrepintiéndose.
De este modo, Snyder apuesta por su propio estilo… y eso es tan aceptable como lógico: estamos en el siglo XXI, el cine y las audiencias han cambiado mucho.
Pero también perjudica el resultado de Man of Steel: su mejores momentos son los dramáticos, los que definen los personajes, los que hilvanan las relaciones entre padres e hijos, madres e hijos, villanos y héroes… Existe un elemento de tragedia humana que hace del filme una odisea personal para todos ellos.
Pero en medio de ese apunte narrativo que culmina con una acertada descripción de la mitología de Superman, aparece la súper producción veraniega: la incesante y apabullante acumulación de secuencias de acción, de explosiones, de finales interminables, de ruido constante…
Ver Man of Steel es una experiencia agotadora, salpicada por una falta de emoción, humor y toque humano, por mucho que un sensacional Henry Cavill deje constancia de que él es un Clark Kent idóneo.
Un apunte final: no tire el dinero por la ventana y pague más por ver la versión en tres dimensiones. La conversión a 3D —ya que el filme se rodó en 2D— es, en una palabra, horrenda.