Piden renuncia a Mohamed Morsi
Cientos de miles de opositores recorren las calles de El Cairo
EL CAIRO, Egipto. Cientos de miles de opositores del presidente islamista de Egipto salieron a las calles en El Cairo y en otras partes del país, iniciando un intenso esfuerzo para echar a Mohamed Morsi del puesto un año después de que lo asumió.
Con banderas egipcias y retratos del mandatario tachados con rojo, las multitudes acudieron a la Plaza Tahrir en el corazón de El Cairo y otros puntos de todo el país donde se convocaron manifestaciones. Los gritos de: “¡Vete!” resonaban en la plaza, donde surgió el levantamiento popular de 2011 que derrocó al presidente Hosni Mubarak.
Una multitud enardecida marchó al palacio presidencial, para colmar un amplio bulevar y se extendió hasta varias avenidas cercanas.
“Nos mentiste en nombre de la religión”, gritaban algunos a coro, mientras otros elevaban una pancarta que decía “Morsi es igual que Mubarak. Queremos que adelanten las elecciones presidenciales”.
Los inconformes portaban pancartas grandes con los colores de la bandera egipcia y elevaban tarjetas rojas, señal de expulsión en el futbol.
Cerca del palacio presidencial de Ittihadiya, miles de islamistas se reunieron en una exhibición de apoyo a Morsi afuera de la mezquita de Rabia al Adawiya. Algunos llevaban chalecos antibalas caseros, cascos de construcción, escudos y bastones como precaución en caso de que se fuera a desatar la violencia, dijeron.
La multitud de partidarios de Mursi también aumento a medida de que se ocultaba el sol y se hacían más tolerables las temperaturas del fuerte verano boreal.
En la noche, la violencia estaba limitada a escenarios reducidos en las provincias debido a que ambos bandos se mantuvieron a bastante distancia unos de otros.
Las movilizaciones contra Morsi tuvieron un ambiente festivo y de celebración; participaron numerosas familias con sus hijos chicos entre las multitudes de hombres, mujeres y adultos mayores.
En un suceso ocurrido en la noche que pudo resultar en una confrontación mayor, decenas de jóvenes atacaron una oficina de la Hermandad Musulmana de Morsi en una meseta que da hacia la capital.
Los jóvenes lanzaron piedras y bombas incendiarias contra un inmueble y las personas en el interior de esa villa amurallada respondieron con perdigones, según un camarógrafo de The Associated Press Television News en el lugar.
Horas antes, dos oficinas del Partido Libertad y Justicia de la Hermandad fueron atacadas y saqueadas en la ciudad de Bani Suef, al sur de El Cairo.
La oposición tiene como objetivo mostrar mediante grandes números en las calles que debido a la enorme porción del país que está contra Morsi, éste ya no puede seguir gobernando.
Movilizaciones de igual dimensión tuvieron lugar en la ciudad mediterránea de Alejandría y en ciudades del Delta del Nilo como Mansoura, Tanta y Damanhour. Otras manifestaciones tuvieron lugar en diversas ciudades del país.
“Mubarak tardó sólo 18 días (en caer) aunque tenía atrás a la seguidad, la inteligencia y un amplio sector de egipcios. Morsi nos tiene a todos nosotros contra él, incluso al ejército y la policía”, afirmó Amr Tawfiq, empleado de una empresa petrolera que marchó hacia Ittihadiya con un amigo cristiano.
“(Morsi) no tardará mucho (en caer). Lo queremos fuera y estamos dispuestos a pagar el precio”, apuntó.
Morsi, a quien restan tres años en el cargo, ha dicho que no dimitirá y asegura que las protestas callejeras no pueden ser aprovechadas para anular los resultados de unos comicios libres.
“No hay espacio para ninguna conversación que vaya en contra de la legitimidad constitucional”, dijo el gobernante al periódico británico The Guardian en una entrevista publicada el domingo y en la que deja entrever su rechazo a elecciones anticipadas.
Si se obliga a dimitir a un presidente elegido “habrá personas u oponentes contra el nuevo presidente también, y una semana o un mes después le pedirán la renuncia”, afirmó.
A medida que aumentaban de dimensión las movilizaciones, el portavoz de Morsi reiteró la propuesta de diálogo que presentó el mandatario desde hace tiempo a la oposición para resolver la crisis política y la describió como “el único marco mediante el cual podemos alcanzar un entendimiento.”
Por lo menos siete personas, entre ellas un estadounidense, murieron en los enfrentamientos de la semana pasada, sobre todo en las ciudades del delta del Nilo y en Alejandría.
Las manifestaciones del domingo, el aniversario de la inauguración de Morsi como el primer presidente de Egipto elegido libremente, son la culminación de una creciente polarización en el país desde que asumió el cargo.
Por un lado están el presidente y sus aliados islámicos, entre ellos la Hermandad Musulmana y grupos de línea más dura. Ellos se han comprometido a defender a Morsi y dicen que no se puede permitir que un líder elegido libremente sea depuesto por manifestaciones.
En el otro bando están egipcios laicos y liberales, así como musulmanes moderados y cristianos, y lo que la oposición dice que es un amplio sector de la opinión pública que se ha vuelto contra los islamistas. Dicen que éstos han excedido su mandato electoral, y los acusan de tratar de monopolizar el poder y manejar mal el país.
“Hoy la gente triunfará sobre el fascismo”, escribió el destacado activista pro-democracia y exitoso novelista Alaa al-Aswany en su cuenta de Twitter.
En un indicio del potencial de que la violencia se torne mortal, numerosos informes de la Policía del domingo revelaron que se incautaron armas de fuego, explosivos e incluso proyectiles de artillería en varios lugares del país, como Alejandría y las afueras de El Cairo.
El tránsito en la capital, normalmente intenso, era ligero al mediodía porque muchos residentes prefirieron quedarse en casa por miedo a la violencia o una ola de delincuencia similar a la que se registró en Egipto durante los 18 días del levantamiento para derrocar a Mubarak. Los bancos cerraron temprano y la mayoría de las oficinas del gobierno permanecieron cerradas o con poco personal. La mayoría de las escuelas están cerradas por las vacaciones de verano.
Las protestas de la oposición surgieron de una campaña de petición de un grupo activista juvenil conocido como Tamarod, que en árabe significa “rebelde.” Durante varios meses, el grupo recabó firmas para exigir la renuncia de Morsi. El sábado, el grupo anunció que tenía más de 22 millones de firmas, lo que a su juicio demuestra que un amplio sector de la opinión pública no quiere Morsi en el cargo.
No fue posible verificar la afirmación. Los seguidores de Morsi han cuestionado la autenticidad y validez de las firmas, pero no han presentado pruebas de fraude.
Aunque los 22 millones de firmas no tienen peso legal, sí representan un golpe simbólico a Morsi en un momento en que la mayoría de los egipcios piensan que no ha podido hacer frente a los problemas más urgentes del país, como los elevados índices de delincuencia, el alto desempleo, la escasez de combustible y los cortes de energía.