EE.UU. deporta mas de 1,000 mexicanos al día
Miles de mexicanos son repatriados sin cesar, y su país carece de atenciones para ellos
MÉXICO, D. F.— Hace cinco años, una deportación fue el inicio del drama de una familia que desde entonces no prospera, y que para el Gobierno se volvió un número en la estadística de repatriados que llegan a este país constantemente, a un ritmo promedio de 1,200 al día.
En los primeros seis meses de 2013, sumaron 189, 493 repatriaciones registradas por el Instituto Nacional de Migración (INM), que espera al final del año más o menos 400 mil, una cifra comparable a la de 2012, que registró 370 mil mientras el 2011 cerró con 405,500.
Tres años atrás la media no varió. No así la vida de Guillermo Espinosa que después del retorno forzado, de buscar trabajo y ser rechazado en nueve empresas, de ser víctima de un accidente de motocicleta, sigue igual que como se fue: pobre y desempleado, aunque con tres hijos americanos.
Durante años, analistas del tema de migración han denunciado la falta de políticas públicas para el flujo de migrantes de retorno, que se mantiene constante a pesar de las campañas que exigen al presidente estadounidense Barack Obama detener las redadas.
Hasta junio de 2013, fueron repatriados por Baja California, más de 62 mil; por Tamaulipas, 51,433; por Coahuila 28,794 y por Sonora 40,159; al Distrito Federal llegaron dos vuelos con 146 mexicanos por semana a través del convenio Procedimiento de Repatriación al Interior entre México y Estados Unidos.
Del total en el semestre, más de 15 mil fueron mujeres y 9,215 menores de edad, 1,100 no tenían ni 12 años y el 80% viajaba sin compañía de un adulto.
“Lo que hace el gobierno de México en turno es nadar de muertito, pensar que el flujo migratorio se autogestiona sin mayores complicaciones”, insiste Javier Urbano, coordinador del Programa de Asuntos Migratorios de la Universidad Iberoamericana. “Los fondos destinados para proyectos productivos de migrantes de retorno han sido muy escasos, apenas paliativos para unos cuantos, y lo que pasa es que el migrante llega en iguales o peores condiciones que cuando se fue”.
Guillermo Espinosa, el migrante número 24,601 deportado en 2008, intentó abrir una taquería ambulante para obreros, con fondos que le otorgó el gobierno de la Ciudad de México, sin embargo, la falta de promoción del producto lo llevó a la quiebra seis meses después.
Corría el 2008 y Espinosa, con 27 años, todavía tenía muchas expectativas para sacar adelante a sus hijos en su país, como padre soltero, porque la madre no quiso hacerse cargo de ellos en Estados Unidos, donde se quedó como indocumentada.
Buscó trabajo en las empresas más prósperas, en Teléfonos de México (Telmex), de Carlos Slim; en las lecheras Lala y Alpura, entre otras, pero siempre lo rechazaron por tener tatuajes en el brazo.
Sólo le abrieron las puertas en el gobierno de la Ciudad, primero en una delegación y posteriormente en la Secretaría de Transporte y Vialidad hasta que se fracturó un tobillo al resbalar la motocicleta que conducía. “No tenía un contrato con seguro médico y me dejaron en la calle”, recuerda ya mejorado pero todavía sin trabajo.
“He solicitado el seguro contra el desempleo que supuestamente daba el Gobierno, pero me dijeron que no hay fondos”.
Bajo estas condiciones y con bocas que alimentar, cruzar la frontera es siempre una tentación, aunque lo vuelvan a deportar una y otra vez para volverse en la estadística uno más en el DF que tiene el décimo lugar en número de deportados, detrás de Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Puebla, Estado de México, Veracruz, Jalisco y Guanajuato.