Pintan consulados mexicanos del Área de la Bahía
Un grupo de inmigrantes mexicanos respondió al primer Informe de Gobierno de Enrique Peña Nieto con pintas en los consulados de San Francisco y San José; nuestro reportero estuvo ahí
SAN FRANCISCO.— Este 1 de septiembre, el Palacio Legislativo de San Lázaro —sede del Congreso de la Unión— en la Ciudad de México, se convirtió en un fortín: un cerco con vallas de más de tres metros de altura, un anillo con seis mil policías, y detrás de ellos, elementos federales recubiertos con cascos, escudos y arreos para las piernas. Más caballería y dos tanquetas listas para entrar en batalla, según había descrito El Universal.
El motivo de tal operativo era resguardar la seguridad de los congresistas que asistieron al primer Informe de Gobierno de quien ocupa la silla presidencial en México, Enrique Peña Nieto.
Al respecto, el periodista mexicano Julio Hernández López escribió en su columna, Astillero: “El ocupante del ejecutivo y los congresistas están cumpliendo con sus guiones impopulares en medio de enormes aparatos de protección, tras vallas múltiples de miembros de fuerzas armadas civiles y militares, incapaces de tomar contacto libre y abierto con las masas a las que supuestamente representan y a cuyo interés supremo se dice que están sirviendo”.
Esos “guiones impopulares” a los que se refiere Julio Hernández son el resultado de la alianza entre partidos políticos llamado Pacto por México, que tiene como objetivo aprobar cambios en la Constitución política mexicana por medio de la Reforma Energética, Educativa y Fiscal, lo cual ha motivado movilizaciones en las principales calles del Distrito Federal.
“Estos cabrones (los partidos políticos) se quieren chingar todo”, decía uno de los manifestantes con los que viajó este reportero rumbo al consulado mexicano de San Francisco cerca de la medianoche de ese domingo 1 de septiembre.
Unos días atrás recibí la invitación para cubrir “unas manifestaciones” en los consulados mexicanos del Área de la Bahía. Esa misma noche, quienes me convocaron a la “cobertura” y pidieron no ser mencionados por su nombre, graffitearon y estamparon esténciles en las bardas de los consulados de San Francisco y San José con mensajes, como: “El petróleo es del pueblo”, “CNTE en la lucha”, “APPO” (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca), “#ChingasatumadreEPN”, “Acá nadie se raja, Pemex no se vende”, “Vende Patrias (en alusión a Enrique Peña Nieto)”.
Respecto a esta acción, El Mensajero buscó alguna respuesta por parte del nuevo cónsul mexicano en San Francisco, Andrés Roemer Slomianski, conocido en México por sus relaciones con el Grupo Salinas, dueños de TV Azteca, y otras empresas.
Gabriela Márdero, de la oficina de prensa del consulado contestó mediante un correo electrónico: “Andres Roemer aún no toma posesión como cónsul. Por otra parte, las autoridades se encuentran investigando la vandalización del Consulado (delito tanto aquí como en México), por lo que no creo que sea posible comentar este asunto con los medios de comunicación”.
Oficialmente no ha sido presentado al público mexicano de la Bahía, aunque en Wikipedia su perfil dice: “Actualmente, el Dr. Roemer funge como Cónsul General de México, en San Francisco, California, EE.UU., ratificado por la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, el 31 de agosto de 2013, y enviado por el Ejecutivo Federal, Lic. Enrique Peña Nieto”.
Por cierto, Peña Nieto no pronunció el tradicional discurso priista en su primer Informe de Gobierno. Al igual que su antecesor panista, Felipe Calderón Hinojosa, tan sólo envió un documento al Congreso de la Unión.
El grupo que me contactó para la cobertura de la protesta me citó en una residencia de esta ciudad de San Francisco, cerca de la medianoche. Tras dar los últimos retoques a los carteles que pegarían —lo capté en video sin mostrar rostros ni voces a petición de ellos— nos dirigimos en su auto a la primera estación, el edificio ubicado en 532 de la Calle Folsom.
La presencia de un joven velador —quien jugueteaba con su teléfono celular— no inquietó a los cuatro manifestantes, a pesar de que estaba sentado justo detrás de una ventana con vista a la calle. A discreción, sellaron con engrudo los carteles encima de la fachada y rociaron las latas de spray en los espacios con aluminio. Dejaron libres las ventanas. La poca luz pública en esta zona de la ciudad, más la agilidad de los participantes, facilitaría la operación que transcurrió en unos cinco minutos.
En camino a la siguiente parada, el inmueble del 2125 Zanker Road, en San José, uno de los manifestantes decía que era necesario que los políticos mexicanos supieran que “desde acá estamos viendo sus chingaderas”.
“Tenemos que ponernos las pilas para que la gente que está acá también se dé cuenta, porque acá no ponen nada en las noticias. Y la mera neta es que están vendiendo todo el pinche país”. Este reportero fue el único invitado y la protesta no fue mencionada en ningún otro medio.
Transmitieron un mensaje a los consulados: “Esto fue por la represión reciente a los manifestantes del domingo (1 de septiembre). Que sepan, si nos vuelven a tocar, a quitarnos nuestro derecho a la libre manifestación, no los vamos a dejar descansar”.
Ya pasada la medianoche del 2 de septiembre, las calles de San José parecían desoladas. Ni siquiera un carro pasó frente al consulado durante los cerca de 10 minutos que duró la pega de los cartelones y las pintas con mensajes subversivos.
Al terminar y de vuelta en el coche, otro de ellos mencionó, aliviado: “Ahora sí me siento limpio. Saqué todo lo que tenía que sacar”.
“Esto es hacer patria, compa”, dijo uno, lejos del suelo mexicano.