‘Gravity’ une en pantalla a Alfonso y Jonás Cuarón
Ambos se embarcan en una gran aventura que protagoniza Sandra Bullock.
Gravity está en boca de todos.
Desde que empezó a mostrarse hace unos meses a la prensa especializada, la cinta, que se estrena este viernes, no ha parado de recibir halagos, tanto por su efectismo visual como por la actuación de Sandra Bullock, quien prácticamente está en cada uno de sus planos en el papel de una ingeniero que debe superar una situación dramática en una estación espacial, sólo acompañada de un astronauta (George Clooney).
Pero la película, rodada en tres dimensiones y que sumerge al espectador en un mundo absolutamente novedoso y emotivo, ha formado parte de las vidas de sus creadores desde hace cuatro años.
Ellos son el celebrado cineasta mexicano Alfonso Cuarón (Y tu mamá también, Harry Potter and the Prisoner of Azkaban) y su hijo Jonás, también director (Año uña). Los dos, mano a manos, diseñaron la historia, crearon sus personajes e inyectaron al conjunto de un elemento emocional melodramático.
En conversaciones por separado con La Opinión, los Cuarón, a los que los separan 20 años (Alfonso nació en 1961), desvelaron los secretos, dificultades y desafíos del filme que, sin lugar a dudas, se perfila como uno de los que presentan más posibilidades a arrasar en los futuros premios a lo mejor del año.
Jonás — Ése era el reto. Cuando surgió el guión empezamos con una conversación sobre la posibilidad de hacer una película que, por una parte, fuera un viaje de tensión durante 90 minutos, que uno estuviera agarrado en el asiento. Pero, por otro, sin parar la acción, que el público tuviera esa conexión emocional y se pudiera malabarear todo con temas más profundos.
Queríamos una narrativa muy simple, con sólo dos personajes. Cuando empecé a trabajar con George y Sandra, eso le dio vida al guión. Mi papá y yo [diseñamos] una progresión de armonías y cuando llegó Sandra le dio la melodía.
Alfonso — Teníamos muy clara la metáfora visual, la parte temática iba a ser expresada mayormente a través de esas metáforas visuales. Y el arco emocional lo teníamos claro en cuestión de una estructura. Pero no fue hasta que llegó Sandra Bullock donde pudimos clarificar el juego emocional que iba tener todo. Es un poco como si hubiéramos construido una pieza de música con armonías muy complejas y llegó Sandra a crear una melodía.
Jonás — Porque sucede en el espacio, se menciona el [género] de la ciencia ficción. Pero mi papá y yo nunca pensamos en la ciencia ficción. Para nosotros el reto era hacer una película muy realista. El término de ciencia ficción sí aplica, porque es una ficción especulativa [que se pregunta]: ‘qué pasaría si…’, pero no en el término de ciencia ficción que se tira más hacia la fantasía.
Alfonso — Nos juntamos y discutimos, por tres horas, y nunca nos referimos a ciencia ficción ni al espacio ni a tecnología. Todo lo que hablamos fue acerca de las posibilidades emocionales y temáticas de la película.
Jonás — En cuanto decidimos que la película fuera muy realista, en el primer tratamiento [del guión] hubo mucha investigación, porque las cosas en el espacio no son como una las asume. Después empezamos a consultar a astronautas, y es entonces cuando ciertas escenas cambiaron porque nos dijeron que eso nunca podría suceder. Y [hablé] también con muchos físicos: una de las cosas que, como escritor, me costó mucho fue el concepto de gravedad cero. Las cosas en el espacio no reaccionan como uno está acostumbrado.
Alfonso — Toda la película fue complicada [de hacer]. No hay un [plano] en el que no haya sido involucrada una complejidad y una dificultad tecnológica para obtenerlo.
Jonás — Por supuesto hay una relación patriarcal, pero yo estoy muy agradecido de que, al escribir [el guión], se convirtió en una relación de colaboradores, con la ventaja de que nos conocemos muy bien. No desperdiciamos mucho tiempo discutiendo, porque nos entendemos… y tenemos gustos muy parecidos. El tratamiento lo escribimos en un mes, porque los dos teníamos muy claro a dónde ir.
Alfonso — Cuando trabajamos juntos somos dos colaboradores, dos escritores colaborando. Y la relación es de escritor a escritor.
Alfonso — Cuando veo la luz de Lubezki yo siempre me sorprendo. Lo que sí puedo decir es que yo veo individualmente el trabajo de cada uno de mis colaboradores y les estoy totalmente agradecido.
Alfonso — Yo siempre había querido hacer algo en 3D. El guión, desde que lo estaba escribiendo con Jonás se titulaba Gravity: Una aventura espacial en 3D. Desarrollamos y diseñamos el 3D desde el inicio del proceso, hace cuatro años. Parte de ese diseño iba informando y dictando decisiones en el rodaje. Es una película cien por cien pensada en 3D.
Alfonso — Uno sabe que funciona cuando funciona. Es la magia del momento. Tú haces un par de tomas y de pronto las cosas empiezan a fluir y llega un momento en el que tiene una claridad en que ahí está [lo que uno busca].
Alfonso — Lo que tengo claro es que yo hice la película que quería hacer. Lo que no tienes es la certeza de si esa película va a conectar o no [con el público y los críticos]. Y eso también es muy misterioso porque hay películas que no conectan y, años después, se convierten en películas con una gran conexión durante muchos años. También hay películas que conectan inmediatamente, pero después de poco tiempo dejan de conectar.
Alfonso — Warner Brothers [el estudio productor] es uno de esos pocos lugares donde hay gente a las que les gusta el cine y donde confían en los directores, de quienes depende la factura de una película. En ese sentido, Warner siempre me apoyó durante el proceso, un proceso muy difícil para ellos, porque fue un acto de fe por su parte, porque invirtieron mucho dinero y no pudieron ver el resultado durante mucho tiempo. [Por eso] les estoy muy agradecido.