Con los Dodgers a morir…
Desde que los Dodgers salieron de Atlanta la noche del viernes pasado, Hanley Ramírez no ha cesado de reiterar que toda la energía de la cual se nutren él y sus compañeros la suministra la fiel fanaticada de Los Ángeles.
A menos de una hora para que arrancara el cuarto juego de la Serie de División contra los Bravos de Atlanta, un numeroso grupo de fanáticos se aglomeraban en las puertas del nivel 7 en el Dodger Stadium para hacer su ingreso temprano y ver las prácticas de bateo.
Entre la muchedumbre resaltaron tres jóvenes de origen mexicano, exactamente de padres nacidos en Guadalajara, Jalisco, todos lucían camisas originales de los Dodgers.
Uno de ellos, Ernesto Padilla, la del estelar paracorto dominicano.
“Mi padre siempre me traía a ver los juegos. Estaba muy chico y quería ver a Fernando [Valenzuela]. Desde entonces sigo a los Dodgers”, dijo Padilla mientras aprisionaba con su mano un guante.
“Siempre lo traigo [el guante] por si me toca un foul”, agregó el joven que nació en Palm Springs, pero que ha crecido en el Este de Los Ángeles.
Las prácticas de bateo de los Dodgers ya había concluido y los Bravos se aprestaban a realizar las de ellos cuando los palcos comenzaban a colmarse de fanáticos.
La breve conversación continuó y el más fortachón del trío de tapatíos de corazón, como ellos mismos lo recalcaron, Mario Alcalá, subrayó con orgullo que: “Tengo años de seguir a los Dodgers. Aún tengo en la memoria un jonrón de Raúl Mondesí que decidió el partido en el décimo inning en el año 1995, precisamente contra los Bravos”.
Alcalá, quien lucía la camiseta número 23 de Eric Karros, se unió a la conversación y dijo que nació en el Este de Los Ángeles, barrio donde viven actualmente, y fiel seguidor de la tropa blanquiazul.
“Venimos a la mayoría de los partidos. Tenemos la intención de hacerlo en la Serie de Campeonato, porque vamos para allá y también a la Serie Mundial, pero están muy caros los boletos [130 dólares]”, manifestó con cierta tristeza.
Y el más joven de la tercia de Dodgers, de esos que sí sangran azul, Víctor Sánchez (también oriundo del Este de Los Ángeles”, exclamó: “¡Ah! Usted es de La Opinión. Mi tío Martín Alcalá y el padre de Ernesto, Rogelio Padilla, leen todos los días el periódico. Cafecito, pan dulce y La Opinión al lado”.
“Eso es todas las mañanas del mundo”, manifestaron los tres al unísono.