‘Machete Kills’ no mata de entusiasmo

'Machete Kills' no tiene la simpatía de la primera entrega

Danny Trejo y Michelle Rodríguez regresan en 'Machete Kills'.

Danny Trejo y Michelle Rodríguez regresan en 'Machete Kills'. Crédito: Open Road

Vamos a ver: Machete (2010) no fue una obra maestra. Hasta dudo que alguien pueda calificarla de “buena” película.

Pero, como mínimo, supo entretener con su incesante —y algo exasperante— acumulación de hilaridades. Al fin y al cabo, era una nueva muestra de esa afición de su co-director y creador, Robert Rodríguez, por el cine de serie Z (ni siquiera de serie B), que plagó las pantallas durante los años 70 y, en algunos casos, pasó a ser definido como “exploitation film s”.

¿Valor artístico? Nulo. ¿Nivel de creatividad? Escaso. ¿Opción de entrenemiento? Indiscutible.

De ahí que Machete, especialmente gracias a la presencia de un Danny Trejo estoico y estelar, terminara dejando un agradable y sangriento sabor de boca.

Machete Kills, su secuela —que se estrena hoy y ha sido clasificada R—, carece de ese teórico encanto.

La historia… quizás sería mejor dejarla de lado. Pero por si acaso, ahí van algunos detalles: el presidente de EEUU (Charlie Sheen) contrata a Machete (Trejo) para que elimine a Méndez (Demián Bichir), un extraño Robin Hood que desea que aquél prácticamente invada México para terminar con el acosos de los carteles. Si no cumple, Méndez lanzará un misil con destino a Washington.

Pero, de repente, aparecen más personajes: un millonario con ambiciones espaciales (Mel Gibson), una “madame” (Sofía Vergara) con “empleadas” cuya pasión va más allá de las camas, un asesino a sueldo con mil y una personalidades y, por supuesto, un puñado de personajes que regresan en la secuela (especialmente Jessica Alba y Michelle Rodríguez).

Todo ello sirve sólo para una función: ralentizar el filme con incontables explicaciones de a dónde va todo el mundo y por qué. Y la consecuencia de ello es al aburrimiento.

Machete Kills cuenta con algún momento (y frase que aquí no se puede citar) divertido, que emana de la afición de Rodríguez por los cortos animados de Tex Avery (Bugs Bunny, Road Runner), capaces de extender su violencia hasta límites ridículos, pero nunca moralmente inaceptables.

También es capaz de extraer de Demián Bichir y Mel Gibson sendas actuaciones que terminan algo desaprovechadas en un conjunto anárquico.

Pero, al final, no hay mucho de lo qué disfrutar. Da la impresión de que sus responsables se lo pasaron mucho mejor haciendo el filme (y lanzado ideas al aire sin temor a caer en el ridículo: ¿Machete en el espacio?…) de lo que nunca será capaz de disfrutar la audiencia.

Con suerte Machete Kills será el entierro de esta franquicia.

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