Papa expulsa a obispo alemán
Prelado es señalado por construir una mansión de $42 millones
CIUDAD DEL VATICANO, Vaticano. El papa Francisco expulsó temporalmente ayer miércoles de una diócesis a un obispo alemán debido al escándalo por un proyecto de 31 millones de euros (42 millones de dólares) para construir una nueva sede episcopal, aunque rechazó el clamor popular de retirarlo permanentemente.
El Vaticano no precisó cuánto tiempo estará fuera el obispo Franz-Peter Tebartz-van Elst de la diócesis de Limburgo ni a dónde irá o qué hará. Dijo que la suerte del obispo se decidirá una vez se conozca el resultado de la investigación que realiza una comisión eclesiástica sobre los gastos.
Según el Vaticano, el vicario general de Limburgo, padre Wolgang Roesch, quien debía asumir sus labores el 1 de enero, lo hará de inmediato y dirigirá la diócesis durante la ausencia de Tebartz-van Elst.
En el centro de la controversia se ubica el costo de 31 millones de euros (42 millones de dólares) por la construcción de un nuevo complejo para la residencia del obispo y otras renovaciones. Tebartz-van Elst ha dicho que la factura abarcaba 10 proyectos, y que hubo gastos adicionales por las normas de inmuebles bajo protección histórica.
El escándalo de Limburgo ha ocupado durante semanas los titulares de diversos medios en el país donde Martín Lutero emprendió hace cinco siglos una reforma ante lo que describió como los excesos y abusos de la Iglesia.
Lo que se percibe como una falta de transparencia financiera también tocó fibras sensibles debido a que la Iglesia alemana obtiene cada año miles de millones de euros gracias a un impuesto a su favor.
El presidente de la Conferencia Episcopal Alemana, arzobispo Robert Zollitsch, ha sido tajante en particular en sus críticas hacia los gastos y el problema de credibilidad que le está causando a la Iglesia.
Dijo que la comisión eclesiástica investigaría los costos de la renovación, el financiamiento y la evolución de las decisiones sobre las restauraciones. Los abogados canónicos determinarán si Tebartz-van Elst infringió la ley eclesial en lo que se refiere al uso de dinero de la Iglesia, agregó.
La decisión sobre la expulsión fue adoptada después de la reunión que Francisco sostuvo la semana pasada con Zollitsch y Tebartz-van Elst.
El Vaticano subrayó que Francisco tomó la decisión basado en información continua y “objetiva”, en tanto que dejó entrever que no pesó el clamor popular en torno al escándalo. Al mismo tiempo, Francisco dejó claro que espera que sus obispos vivan de manera sencilla y puso de ejemplo el propio estilo de vida humilde de él mismo.
En un comunicado, el Vaticano dijo que la situación en la diócesis había llegado a tal punto que Tebartz-van Elst “no podía realizar su ministerio episcopal por el momento”.
A la espera del resultado de la comisión investigadora, “la Santa Sede considera oportuno autorizar [a Tebartz-van Elst] un periodo de alejamiento de la diócesis”, se dijo en el comunicado.
El alejamiento de un obispo de su diócesis ha sido una medida que la Iglesia adopta tradicionalmente para enmendar algún agravio al público por algún escándalo que la afecte.
Aunque las circunstancias son vastamente distintas, el Vaticano retiró a principios de año de una diócesis a un cardenal escocés después de que este admitiera mala conducta sexual.
El principal grupo católico laico de Alemania, el Comité Central de Católicos Alemanes, elogió la decisión y afirmó que crea “el espacio necesario para resolver completa y firmemente los acontecimientos en Limburgo”, dijo el presidente del grupo, Alois Glueck.
“La decisión del papa Francisco ofrece la oportunidad de un primer paso hacia un nuevo comienzo en la diócesis de Limburgo, debido a que la situación puede convertirse en una carga cada vez más pesada para los fieles del lugar y en toda Alemania por los acontecimientos en las semanas recientes”, dijo Glueck.
El Gobierno alemán, que la semana pasada describió la situación como “muy difícil” y dijo que esperaba una solución que diera confianza a los creyentes, rehusó ayer miércoles hacer declaraciones sobre la decisión del Vaticano.
Georg Streiter, portavoz de la canciller Angela Merkel, dijo que se trataba de “un asunto interno de la Iglesia”.