El año de los ajustes

México

Un año de cimentación fue lo que se planteó, como diseño en el primer sexto de su Gobierno, el presidente Enrique Peña Nieto. El segundo será en el cual deben verse los primeros resultados de las reformas que le dieron las cámaras el año pasado. Si el primer año fue el de las reformas; el segundo, será el de los ajustes, pues para efectos prácticos, la presidencia peñista arranca en 2014 con la sola incógnita si el camino que escogió, es el que lo lleve a su destino.

Al cierre del año, como al comenzar 2013, el Momento Mexicano volvió a emerger como una ventana de oportunidad para su Gobierno y para los inversionistas. El primer obstáculo de romper el estancamiento político para lograr acuerdos que se movieran al Congreso, fue superado. Pero no es lo mismo tener una eficaz agenda legislativa que una eficiente Administración. Hay inquietud sobre si será capaz de instrumentar las reformas y, entonces, si darán los resultados prometidos. Colocar las ruedas a las reformas es una cosa; hacer que se muevan es otra.

En el primer sexto de la Administración peñista, los acuerdos dentro del Pacto por México permitieron a una élite imponerse en forma avasalladora sobre los demás. Lo hizo Peña Nieto con el PAN al sacar con el PRD una reforma fiscal que tocó a sus aliados y las clientelas electorales de 2012, y después pasó sobre la izquierda, al darle al PAN una reforma energética que llevó a los dirigentes perredistas, que habían estado muy cómodos en la cama del Pacto, a retirarse del acuerdo. El PRI fue accesorio en la toma de decisiones durante prácticamente todo este camino; sirvió, con eficiencia, como generador de votos.

Un nuevo desafío viene ahora, al tener que enfrentar el Gobierno a los grupos de interés. Con los primeros ante quienes se dobló el año pasado fueron los gigantes de las telecomunicaciones, que bloquearon la aprobación de las leyes secundarias, cuya votación se mandó para esta primavera al no haber consenso sobre la palabra “dominancia”, metáfora en la cual se encuentra el fondo de la discordia. De cómo se defina “dominancia” dependerá cuánto tendrán que desinvertir los gigantes para permitir la competencia que busca la reforma peñista y que no se quede en un sueño, como ha quedado en el sur del país la reforma educativa, donde otro grupo de interés, la Coordinadora Nacional de maestros, ha mantenido en jaque al Gobierno. Aunque su protesta en la ciudad de México ha perdido fuerza, en Oaxaca, Chiapas y Guerrero, consiguieron que las primeras ruedas de esa reforma, no giren.

La interminable insurrección política de los maestros es el principal factor por el que surgen dudas sobre la capacidad de Peña Nieto para que funcionen las reformas. Si la educativa, que contaba con el apoyo nacional, está frenada, ¿qué pasará con la energética, que dividió al país? Legalmente no tiene mayores problemas, pero hoy, como cuando se propuso, el problema es la calle y la contaminación con fenómenos sociales que mientras la presidencia diseñaba la transformación en modelos econométricos y presentaciones en Power Point, nacían y crecían. Ahí están Los Caballeros Templarios y los grupos paramilitares en dos estados, que controlan territorios, gobiernan en comunidades y tienen de rodillas al Gobierno federal.

Cuando planteó Peña Nieto que el primer año sería de reformas y el segundo de ajustes, ¿a qué se refería? Su mapa de navegación da algunas luces, pero no permite ver con claridad lo que viene en este segundo año. ¿Acaso están en camino los ajustes en el gabinete? ¿Se le soltarán las manos al secretario de Educación, o pensarán en Los Pinos que es mejor relevarlo? ¿Cumplió su ciclo el de Energía y necesitan un financiero que vigile y administre la reforma, o Hacienda cumplirá ese papel? ¿La efervescencia social requiere de un chivo expiatorio para rescatar a uno de los dos pilares del gabinete peñista que se le congestionó el manejo de la política interna con la seguridad?

Pero para que hubiera cambios en el gabinete, tendría que reconocerse que hubo fracasos. Es cierto que hay secretarios que son desechables, pero para que los ajustes sean duraderos tendrán que amarrarse en otro lado. Hacer política más allá de la legislativa resistente a chantajes, un manejo económico eficiente, y recuperar la gobernabilidad en los territorios perdidos no son alternativas, sino obligación. En este nuevo arranque no habrá luna de miel. Está cargado de altísimas expectativas y resentimientos de aquellos a los que afectó en 2013. Las dos emociones se juntarán a finales de 2014 para evaluar lo que hizo y determinar sobre los resultados, si lo colman de honores o se convierte en una decepción vestida de oropel.

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