Un insulto es un insulto

El fenómeno del Mundial de futbol es la pasión global por un deporte que se incorporó a la cultura, tradiciones y costumbres locales. En algunos casos la enriquecen, en otros la degradan —todo depende del observador— pero siempre en nombre de la diversión que acompaña a un juego.

Los aficionados mexicanos son un ejemplo de esto. Ellos son los más entusiastas a la hora de hacer una ola que recorra las coloridas tribunas en un estadio. También son los responsables que las coplas del ‘Cielito Lindo’ bajen de las gradas en una fiesta de alegría.

En nombre de esa celebración deportiva, en esta oportunidad estos aficionados llevaron a Brasil la nueva costumbre escuchada en los estadios de futbol mexicano de insultar alegremente al portero visitante, a la hora de realizar un despeje de la portería, con un el homofóbico grito de ¡pu..!

Esto ya no es gracioso, aunque para el que lo grite sea divertido y no lo considere necesariamente el peor insulto que puede hacer contra una persona gay. Es razonable la reacción de la FIFA condenando este grito y haciendo lo posible para que no se repita.

La FIFA está en plena campaña contra el racismo, sería inadmisible que cierre los ojos a lo que parece homofobia colectiva. El que en México se utilice esa palabra como un insulto duro —sin connotación sexual— merece su propio análisis idiosincrático, porque la palabra es lo que es su definición y punto. Ya sea usada en una canción del grupo Molotov, en un estadio, o en una riña.

Los latinos inmigrantes son quienes más sensibles deberían ser a esa situación. Ellos saben por experiencia que el efecto de una palabra —especialmente cuando es un insulto— se mide por quien la recibe y a quien se refiere, no necesariamente por quién la dice. Hay muchas bromas racistas que no lo son para quien la dice, sin embargo son una puñalada para quien la recibe.

Por todo esto, la explicación de que no se quiso decir realmente lo que se dijo pasa a un segundo plano. No es difícil comprenderlo.

El Mundial de futbol es una verdadera fiesta global de culturas que absorbieron e hicieron suyo ese deporte. Cada cuatro años hay una cita a la que llegan y conviven aficionados de todo el mundo, lo ideal es que traigan lo mejor de sí mismos en vez de sus prejuicios, aunque parezcan divertidos.

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