Urge la ayuda a los menores
Hay una crisis humanitaria que merece una respuesta firme y rápida. No es hora de aprovechar el sufrimiento de los menores detenidos en instalaciones federales ni perder el tiempo buscando responsables.
De nada sirve culpar al ex presidente Ronald Reagan de haber desestabilizado Centroamérica hace mucho tiempo. Ni de acusar a George W. Bush de instaurar un sistema razonable que obligue la intervención de un juez en la deportación de un menor en un país que no sea vecino.
Tampoco hay que poner la responsabilidad en el presidente Obama. Es cierto que la inmigración ha sido desde el principio un tema complicado para la Casa Blanca, pero si algo no ha sido es débil a la hora de las deportaciones. Esa realidad es mucho más fuerte que cualquier interpretación de que el mandatario alentó la emigración de los jóvenes con su acción ejecutiva de la deportación diferida para los llamados “soñadores”.
Es el momento de actuar para canalizar los recursos necesarios para hacer frente a la crisis.
Esto no significa que es la hora para que quienes rechazaron la reforma migratoria con anterioridad en la Cámara de Representantes, ahora digan que la apoyarán cuando se garantice la seguridad fronteriza señalando a los niños.
Para ello, la propuesta de Obama dedica más de 1,800 millones de dólares a asegurar la frontera y procesar los detenidos para considerar su posible deportación.
Sin embargo es insuficiente para muchos. Por ejemplo, el congresista Jim Bridenstine (R-Okla.) quiere reinstalar el fallido proyecto multimillonario de una cerca real y tecnológica en la frontera. Su colega Louie Gohmert (R-Tex) asegura que si Obama tomara en serio esta crisis “puede hacer lo que hizo Woodrow Wilson” en invadir México para controlar la frontera. ¡El colmo de lo absurdo!
Los estadounidenses y los menores de edad involucrados en esta crisis merecen acciones concretas y rápidas. Esta no es la reforma migratoria para que la Cámara Baja se tome su tiempo para luego ofrecer una respuesta ideológica e inflexible, mas destinada a perjudicar políticamente a la Casa Blanca que a ayudar a los niños.