Pena capital en California

La pena de muerte es una aberración. Es un castigo terminal dentro de un sistema judicial que tiene fallas. La imagen del inocente que pasó muchos años preso por errores, lamentablemente es demasiado común.

En California se ha querido mantener este castigo, al mismo tiempo que tiene un largo proceso legal supuestamente diseñado para proteger al condenado a muerte. El resultado es un proceso de una duración estimada en 25 años, la mayoría de ellos en los tribunales estatales.

El juez federal Cormac Carney determinó esta semana que ese proceso representa un castigo “cruel e inusual” en violación a la Octava Enmienda de la Constitución.

El fallo enfrenta la contradicción de querer implementar un castigo como la pena capital, con todos los recaudos legales posibles. El resultado es que actualmente hay 900 condenados a muerte, realizándose 13 ejecuciones desde 1978 hasta hoy. En contraste, 94 condenados murieron por otras causas como de edad avanzada, enfermedad y suicidio.

Lo más preocupante es que, según el juez, sean “factores arbitrarios” sin relación al delito cometido ni a la fecha de condena los que deciden el orden de la ejecución.

En el caso de California, acelerar las ejecuciones, corriendo el riego de matar a un inocente, no es la solución al planteamiento del juez.

El camino más recomendable es el seguido por 18 estados de la Unión Americana que no tienen la pena de muerte entre sus castigos.

El fallo del juez Carney inicia esa marcha en la que cada vez hay mas californianos adeptos. En 1978 más del 71% de los votantes respaldó la expansión de la pena capital; hace dos años solo 52% estuvo en favor de la pena de muerte y el porcentaje se sigue reduciendo.

La decisión del juez Carney sin lugar a duda será revisada por otros tribunales. Esperamos que el fallo sea el comienzo para dejar atrás un castigo extremo e indigno de una sociedad avanzada como la nuestra.

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