La libertad de expresar el odio

Si hay un principio que en mi opinión tiene un valor supremo en la vida de los estadounidenses, ese es el derecho a la libertad de expresión. Pero hay una línea muy delgada que divide la libertad de expresión de los discursos de odio.

Y esa línea creo que ha sido completamente cruzada por la “comentarista” política y activista del Tea Party, Ann Coulter.

Coulter maneja una retórica sistemática y consistente en contra de la inmigración no autorizada, lo que no tendría porqué ser criticado si no fuera por sus desaguisados comentarios que algunas veces rayan en la locura.

En su más reciente columna La gran idea del partido republicano: No arrasemos en las elecciones, Coulter reproduce los comentarios de algunos lectores del diario Washington Times con la finalidad de demostrar, según ella, que los republicanos no están explotando un tema que serviría para volcar a su base conservadora a las urnas, la inmigración ilegal.

Y aunque los comentarios no son propios, Coulter los reproduce y les concede validez.

Defiant1, por ejemplo dice, refiriéndose a los inmigrantes no autorizados: “Yo estoy cansado de pagar por esta basura humana”.

Por su parte, Swohio, señala: “¿Usted no tiene ni un poco de simpatía por los niños estadounidenses que han muerto por sentarse al lado de esos invasores enfermos…?”

El primer comentario es desagradable, pero el segundo además es falso. No hay evidencia de que algún menor estadounidense haya fallecido por alguna enfermedad contraída por su cercanía a un menor refugiado centroamericano.

Pero si esto nos puede parecer malo, lo que viene a continuación es horrendo.

En Agosto, en el programa de televisión de Sean Hannity, un presentador de la cadena Fox, al serle preguntado que se debería hacer con los menores refugiados, su respuesta fue: “Lo primero que yo haría con cada uno de esos niños es infectarlos con el virus del Ebola”.

Pero como señale antes, el problema no es solamente sus monstruosas declaraciones, sino además que recurre permanentemente a torcer la verdad para acomodar su retórica de odio.

En una de sus últimas columnas acusó al presidente Obama de elaborar un plan para conceder una amnistía, vía acción ejecutiva a 30 millones de “inmigrantes ilegales”, enrolarlos en programas del seguro social y estampillas de comida, y registrarlos para votar.

Su comentario está plagado de errores, asumo yo, de mala fe. En primer lugar habría que preguntarle a Coulter de dónde saca ese número de 30 millones de inmigrantes no autorizados. En segundo lugar tendríamos que cuestionarla acerca de cómo puede llamarse amnistía a un programa que no concede ninguna vía de legalización para los inmigrantes no autorizados. Y finalmente en que cabeza cabe que estos inmigrantes no autorizados que carecerán de estatus legal podrían aplicar para cualquier tipo de beneficio social, o podrían ejercer el derecho al voto.

Justifica el derecho a la libertad de expresión que gente como Ann Coulter siga regando odio y mentiras a diestra y siniestra? Sigo creyendo en el derecho de Ann Coulter de expresarse libremente, pero acaso no hay maneras legales de combatirla?

En esta nota

Inmigración Obama

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