La doctrina del terror

Lo asombroso no es que se haya revelado un secreto a voces. Lo que indigna es el silencio de los gobiernos democráticos y sus dirigentes, algunos más preocupados por perder la visa para visitar al ratón Mickey que por denunciar la verdad. Otros porque les importa un bledo.

La indignación que me embarga es que, tras 5 años de pesquisas del Comité de Inteligencia del Senado de los Estados Unidos, reveló hace poco como primicia noticiosa, las brutales técnicas de torturas aplicadas a los sospechosos de pertenecer a Al Qaeda, quienes están detenidos (muchos lo estuvieron por años), en prisiones ilegales, sin derecho a ser juzgados en una corte penal internacional.

También “reveló” el comité senatorial que el sistema de tortura, prohibido por la octava enmienda de la Constitución de este país, no logró detener el terrorismo. ¡Oh sorpresa!

Hay doble moral: la gente se escandaliza y condena cuando los terroristas degüellan a los que los musulmanes llaman “infieles”, pero guardan silencio cuando en Guantánamo, Cuba, los Estados Unidos tienen una prisión donde se aplican despreciables formas de tortura, como el ahogamiento simulado, inyecciones de comida por vía rectal, privación del sueño y hasta simulacros de ejecución.

Usar métodos de terror y degradación para lograr confesiones (a veces imposible porque eran inocentes), fue un error de los estadounidenses, quienes debieron dar ejemplo, porque este país continuamente condena la violación de los Derechos Humanos en otras naciones.

Por otra parte, no es un secreto que la CIA y mercenarios al servicio del gobierno americano, fomentaron comandos que les llamaron de “operaciones especiales” y adiestraron a altos oficiales en la terrorífica Escuela de las Américas, quienes transfirieron su aprendizaje a soldados seleccionados en cuarteles militares de Latinoamérica y los cuales funcionan hoy y funcionaban desde mediados de la década de los sesentas.

En “Prohibido decir toda la verdad” (Amazon), mi libro censurado en Colombia, doy nombres y detalles de cómo operaba esa compleja doctrina del terror.

ue no venga con el cuento el director de la CIA, John Brennan, diciendo que, después del 9-11, la Central de Inteligencia de EE.UU. “no estaba preparada” para poner en marcha un programa de detenciones e interrogatorios. Ellos son los maestros de la tortura e hicieron el trabajo que saben hacer. Además, es cínico que diga que “las técnicas de interrogación eran legales”. Valga subrayar, que la mayor parte fueron hechas en el gobierno de George Bush, no en el de Barack Obama

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