Empiezan una nueva vida en LA
Familia de Andy García, quien murió a manos del Sheriff, dejan Santa Rosa tras la tragedia
@aracelimartinez
Sujey Cruz y Rodrigo López se sienten como muertos en vida desde que hace poco más de un año su hijo Andy López de 13 años fue acribillado a plena luz del día por un agente del Sheriff que pensó que el adolescente portaba un arma AK-47 cuando en realidad era un rifle de juguete.
“Estamos haciendo lo que nunca habíamos hecho, tomar medicamentos para calmar los nervios y poder vivir”, dice Rodrigo López. “Es terrible, es una impotencia total, nos sentimos devastados”, confiesa Sujey Cruz.
Pero en medio de su tragedia, esta pareja de inmigrantes mexicanos, junto con sus tres hijos, decidió dejar Santa Rosa, en el Norte del estado, donde murió Andy, para iniciar una nueva vida en el Sur de California.
“Nos sentíamos frustrados, acosados, vigilados por la gente del Sheriff. Teníamos a la prensa encima y los recuerdos dolorosos muy cerca de nosotros. Aquí estamos más tranquilos, nadie nos conoce“, cuenta Sujey Cruz, a quien la tristeza se le ha anidado en su rostro inexpresivo.
El 22 de octubre de 2013, alrededor de las 3:15 de la tarde, el agente del Sheriff Erick Gelhaus disparó ocho veces a Andy López quien caminaba por un llano con un rifle de perdigones. El agente Gelhaus pensó que el muchacho portaba un arma AK-47, conocida como “cuerno de chivo”.
Pese a que el caso cobró dimensiones internacionales, y generó múltiples protestas en Santa Rosa, una comunidad llena de trabajadores del campo, en su mayoría inmigrantes mexicanos, la fiscal del condado de Sonoma Jill Ravitch decidió no entablar cargos penales contra Gelhaus quien retornó a su trabajo.
La fiscal Ravitch dijo que los disparos contra el adolescente fueron “absolutamente trágicos” pero consideró que se hicieron dentro de la ley y por lo tanto no le hizo acusación alguna.
“Justicia hubiera sido que ese oficial se hubiera ido a la cárcel”, dijo el padre de Andy mientras que la madre, Sujey añade que es terrible tener que luchar contra el propio gobierno para hacer justicia”.
La pareja vive en una ciudad del Sur de California que prefieren no mencionar para evitar que sus tres hijos de 18, 13 y 8 años no sean más afectados por la tragedia