¿Deportes extremos? ¡Ni loca!
Seguro para muchas personas tirarse de un rascacielos en bungee es la máxima emoción y una oportunidad para reconectarse con la sensación de estar vivos, pero definitivamente I’m not that kind of person. Deportes extremos hay muchos, y algunos parecen bastante emocionantes. Hay que reconocer que no cualquiera se atrevería a dar el paso hacia adelante ante un abismo de más de mil pies de altura, confiando sólo en el cable atado a sus tobillos.
Sí, hay que tener mucha motivación y mucho gusto por la adrenalina. Para mí, lo más extremo ha sido el Edge Walk, aunque sí planeo saltar en paracaídas alguna vez… y ese día habrá terminado mi corta carrera en los deportes extremos (ja!).
Evidentemente, con tan poca experiencia en materia de arriesgar la vida a cambio de un hiper-mega-super-shot de adrenalina, me sorprenden prácticas tan arriesgadas como éstas:
- Salto bungee. Un clásico de los deportes extremos. El más alto del mundo está en Puente Royal George, Colorado. Tiene poco más de mil pies de altura y está encima del río Arkansas.
- Free soloing. Creo que ni aunque tuviera los músculos de Hugh Jackman me atrevería a escalar una montaña solamente con la fuerza de mis manos y mis piernas. Quien realiza esta práctica no usa equipo especial y tampoco arneses ni cuerdas. No, no, NO!
- Buceo en cuevas. Nadar en las aguas del subsuelo, por túneles en completa oscuridad y sabiendo que no podrás salir de ahí tan fácilmente porque sobre tu cabeza hay un techo, suena terrorífico. Estoy de acuerdo: gracias a valientes exploradores como Jack Cousteau podemos acceder a imágenes maravillosas del interior de las cuevas, pero para mí es suficiente verlas en HD mientras como palomitas.
- Surfear un volcán. First of all, hay que escalar el volcán. Luego, para bajar, se usa un equipo especial y una tabla con la que se desciende la pendiente que está hot as hell (unos 41 grados) a una velocidad de unas 50 millas por hora. Favor de sumar el factor de la piedra volcánica es dura y afilada… por nada del mundo me pongo yo en esas.
- Wing walking. Te amarran por fuera de una avioneta y estás lista para experimentar un vuelo a unas 200 millas por hora y miles de pies de altura. Además, durante el vuelo la avioneta hace todo tipo de maromas y suertes en el aire. Mmmm. Si voy amarrada, quizá algún día.
Yo huí del slingshot porque me asustó el solo hecho de tener que firmar una carta que, para fines prácticos, dice no se culpe a nadie de mi muerte… I.e., ni loca haría el bungee. ¿Tú te atreverías?