Editorial: Un presupuesto ideológico

El plan de gastos no toma en cuenta la necesidad de inversión en infraestructura material y humana, por el contrario la recorta

El presupuesto federal que debe ser aprobado por el Congreso para octubre.

El presupuesto federal que debe ser aprobado por el Congreso para octubre. Crédito: Getty Images

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La primera salva en la próxima batalla por el presupuesto fue lanzada ayer en la Cámara de Representantes con un plan de gastos de terror. La propuesta es equilibrar un déficit sacrificando programas para los más pobres, recortando impuestos, aumentando los gastos de defensa y, otra vez, eliminando el Obamacare.

Este es un borrador que espera ser votado próximamente por el pleno de la Cámara Baja, para que sirva de guía en elaborar un presupuesto federal que debe ser aprobado para octubre. Es usual que las negociaciones lleven a cambios importantes entre el borrador y el presupuesto final; sin embargo dada la repetida intransigencia mostrada por los congresistas republicanos en el pasado reciente, se puede espera que no cambie mucho. Y eso es un problema.

La meta es reducir el déficit a través de los recortes draconianos en los programas que componen la red de protección social como Medicaid y la asistencia de cupones de comida. Como si fueran insuficiente los recortes, se propone que ambos programas pasen a ser un paquete de subsidios para ser manejados al antojo de los Estados.

En los gastos sociales este borrador respeta acuerdos anteriores de recortes. En defensa los respeta de palabra, pero no de hecho. Allí se propone un fondo especial de 40 mil millones de dólares para que en realidad el área militar sea la única que aumente sus gastos.

El borrador es claro en cómo cortar el dinero a los pobres. Desde la salud a la educación las reducciones están por todos lados. Lo confuso es como calcula unas reducciones impositivas vagamente explicadas y lo absurdo es como cuenta con la desaparición de Obamacare, un plan de cobertura médica que ya tiene millones de inscriptos.

El plan de gastos no toma en cuenta la necesidad de inversión en infraestructura material y humana, por el contrario la recorta. Y su afán de reducir el déficit nos les impide proponer recortes impositivos que han probado ser deficitarios.

Este borrador es un ejercicio ideológico que le conseguirá al liderazgo republicano el respaldo más conservador de la bancada, pero cuando más cerca esta de ellos, más alejado esta de la realidad de los estadounidenses.

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