Pobreza y exclusión: En el sur de LA la policía no es bienvenida

En la zona “caliente” en el sur de Los Ángeles existen altos índices de violencia y pobreza

El grado de violencia es tan elevado, que los mismos residentes del área se rehúsan en hablar con la prensa.

El grado de violencia es tan elevado, que los mismos residentes del área se rehúsan en hablar con la prensa. Crédito: Ciro Cesar / La Opinión

@YurinaMelara

En la esquina norte de la calle 65 y Broadway hay un altar a Ezell Ford Jr., el joven afroamericano con problemas mentales que murió tras un enfrentamiento con la policía en agosto del año pasado. En la esquina sur de esa misma intersección hay una pintura de la virgen de Guadalupe.

Mientras la mayoría de residentes tratan de mantenerse al margen de la violencia, en las calles de esta zona se libra una lucha en donde los ganadores son el miedo y las balas.

El pasado viernes, Leroy Hill, quien supuestamente era testigo en el caso de Ford Jr., fue asesinado a balazos cerca de esa fatídica intersección el pasado viernes alrededor de las 11:49 de la noche. Según declaraciones oficiales de la policía, su muerte podría estar relacionada con pandillas.

Dos días después, el domingo alrededor de las 5:45 pm, dos policías vestidos de civil fueron baleados mientras se encontraban en su vehículo sobre la calle 65. En la misma cuadra a donde Ford Jr. falleció.

“Esta comunidad está afectada por tantos incidentes violentos”, dijo el Obispo Juan Carlos Méndez, del Centro Cristiano Bet-El, quien junto a activistas comunitarios afroamericanos pidieron este lunes un alto a la violencia.

Los activistas comunitarios no saben si los policías fueron baleados en represalia a los actos de violencia en la zona, pero sí aseguran que nada bueno llegará a este barrio si no se logran parar las balaceras.

“Este tipo de violencia no es aceptable porque todas las vidas son importantes”, dijo Méndez. “Estamos aquí para pedir que pare la violencia”.

Mientras los activistas comunitarios hablaban con la prensa, decenas de residentes curiosos salieron a la calle para ver qué sucedía, pero al ser abordados por los periodistas, la mayoría decía no tener comentarios.

Randy González, uno de los pocos residentes que habló libremente, dijo que constantemente ve a policías patrullando la zona, pero que eso no detiene la violencia.

“Aquí a cada rato hay problemas”, dijo González. “Los policías vienen, patrullan la zona, pero las cosas siguen lo mismo”.

La cuadra donde sucedió el tiroteo permaneció cerrada al público hasta el por la mañana, mientras los técnicos de la policía y los detectives recolectaban pruebas físicas y realizaban entrevistas.

Cuando se retiraron los vehículos policiales, quedó el altar a Ford y la pintura de la imagen de la virgen de Guadalupe como los testigos silenciosos.

En este barrio, ni los policías se salvan de ser el objetivo de las balas, dijo una señora afroamericana en la tienda de la esquina de intersección de las calles 65 y Broadway. Ella miraba de izquierda a derecha rápidamente para ver si alguien escuchaba su comentario.

No siempre ha sido así, pero últimamente he visto más violencia y aunque uno no se meta en nada, hay que tener cuidado”, dijo la señora quien no quiso dar su nombre completo.

González, un joven latino que ha crecido en este barrio, dijo que es común ver a los policías patrullando, pero que eso no garantiza la tranquilidad.

“Yo no escuché los balazos ni el viernes ni el domingo, pero sí sé que esta zona es caliente”, dijo González.

Carlos E., quien dijo que vive en la cuadra a donde fueron baleados los policías, aseveró que con demasiada frecuencia escucha balazos.

Cuando escuchamos las balas mejor nos quedamos en la casita. No hay que salir a buscar lo que a uno no se le ha perdido”, acotó Carlos.

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