El Papa pide una revolución contra la esclavitud moderna
Francisco insta a evitar la destrucción del planeta ante alcaldes de 65 ciudades
Ciudad del Vaticano
El papa Francisco apeló ayer a los alcaldes de 65 ciudades del mundo a liderar el cambio que permita evitar la destrucción del planeta y les instó a recuperar la “conciencia ecológica” que hubo al principio de la creación.
El pontífice fue el anfitrión en el Vaticano de una reunión en la que los regidores de ciudades como Madrid, París, Bogotá, Sao Paulo, San Francisco y Nueva York fueron convocados para tratar de la “esclavitud moderna” y de los retos que plantea el cambio climático.
“La Santa Sede puede dar un bello discurso en Naciones Unidas, pero si no viene de vosotros, tanto de las grandes ciudades como de las pequeñas, el cambio no puede comenzar”, les dijo Jorge Bergoglio.
El papa argentino defendió ante los regidores que su encíclica “Laudato si”, en la que solicitó una “revolución” contra el deterioro del planeta, “no es una encíclica verde, sino una encíclica social”.
Y eso, aseguró, porque “dentro de la vida social del hombre no se puede excluir de ninguna manera el cuidado del medio ambiente”.
La cita del Vaticano se produce pocos meses antes de la cumbre que reunirá en París (la COP21) a líderes de todo el mundo con el objetivo de alcanzar un acuerdo para reducir el impacto del cambio climático.
La reunión de dos días en el Vaticano había sido convocada por la Pontificia Academia de las Ciencias Sociales con el título “Esclavitud moderna y Cambio Climático: el compromiso de las ciudades”, con el objetivo de abordar estas dos “urgencias dramáticas” desde el punto de vista de los entes locales.
Esclavitud moderna
Según los datos ofrecidos por los organizadores, más de 30 millones de personas son víctimas de la esclavitud moderna en todo el mundo, “traficadas en un mercado abominable con ganancias ilegales que se estiman en 150.000 millones de dólares al año”.
Con la referencia precisamente a esa “esclavitud moderna” comenzó el foro vaticano, donde se pudieron escuchar los testimonios de dos jóvenes mexicanas que pidieron acabar con la trata de personas y recordaron sus experiencias en situación de esclavitud, una obligada a ejercer la prostitución y otra sometida a trabajos forzados.
Al final de la primera jornada de esta reunión de dos días que termina hoy, los alcaldes rubricaron una declaración conjunta resumen de sus posiciones que había sido firmada antes por el papa Francisco.
Fin a la trata de personas
Dos jóvenes mexicanas pidieron ayer en marco del encuentro poner fin a la trata de personas y recordaron sus experiencias en situación de esclavitud, una obligada a ejercer la prostitución y otra sometida a trabajos forzados.
La primera en tomar la palabra fue Karla Jacinto, una joven mexicana que rememoró ante los asistentes su infancia un ambiente familiar convulso en el que sufrió abusos físicos y sexuales.
“En mi familia no era feliz, mis hermanos me violaban y mi madre me odiaba”, señaló Jacinto.
Recordó el modo en el que cayó en una red de proxenetas al conocer a un muchacho que dijo estar enamorado de ella, que se convirtió en su proxeneta y la obligó a prostituirse durante años.
Se quedó embarazada de él y recordó cómo tuvo que prostituirse hasta los ocho meses de gestación y que, tras dar a luz, le quitaron a su hija, a la que no pudo ver durante un año.
Ella “creía que toda la vida iba a ser así” hasta que acudió a la “Fundación Camino a Casa”, que le ayudó a salir de esta situación.
Con su testimonio en el Vaticano, Jacinto pidió el esfuerzo de las autoridades en la lucha contra la trata de blancas.
La otra mujer que intervino fue Ana Laura Pérez, que relató cómo fue esclavizada y obligada a trabajar sin descanso y en condiciones inhumanas en un taller de sastrería.
Sufrió toda clase de golpes y vejaciones, obligada a trabajar encadenada y sin comer, hasta que consiguió escapar y denunciar los hechos con el apoyo de la Comisión Unidos Contra la Trata de Persona.