Voces de California: Cuando fui presidente
A este mundo le falta respeto en la política, le falta el deseo que el pueblo tenga al mejor candidato al frente
Yo tenía apenas un poco más de 16 años. Cursaba mi último año de secundaria en México cuando tuve la oportunidad de competir para ser presidente de los estudiantes. Recuerdo que también en aquel tiempo la gente desconfiaba de los políticos.
Era tanto el daño que habían causado los políticos a su imagen que incluso hicimos una obra de teatro como sátira a todas sus promesas incumplidas. Así que cuando yo corrí para presidente me propuse cambiar esa imagen tan fea de lo que debe ser un político. Si lo logré o no lo logré, eso no lo sé, lo que sí sé es que incluso mi maestra Lupita me dijo, “usted debería competir para presidente de la nación, no de la escuela”.
Como parte de mi campaña política prometí mantener nuestra escuela limpia, pintar los botes de basura y lo más popular construir un campo para jugar futbol (soccer). Como credenciales para ser presidente les ofrecí ejemplos de lo que había logrado a mis escasos años.
Les dije que yo venía de una familia humilde económicamente pero rica en valores, que de ser elegido trabajaría arduamente para ellos y lo haría siempre con el mayor respeto a ellos y a mi puesto.
Lo que nunca les dije fue porque no votaran por mi oposición. Al contrario les dije que independientemente de por quién votaran tendrían un gran líder. Uno de los otros candidatos era mi mejor amigo de infancia y yo sabía que sería un gran presidente.
Al contar los votos resulte triunfador por una mínima diferencia, solo un voto. Inmediatamente propuse cerrar filas y dejar nuestras diferencias políticas atrás. Era hora de trabajar por nuestro pueblo. Mi primera propuesta presidencial fue nombrar a mi mejor amigo como vicepresidente. El accedió a mi propuesta y fue ratificado por la mayoría. Con mucho sacrificio llevamos a cabo lo mejor que pudimos nuestras promesas.
El punto de mi historia es que a este mundo le falta respeto en la política, le falta el deseo que el pueblo tenga al mejor candidato al frente.
A este mundo le sobra ego, ambición e intereses individuales. En lugar de trabajar en conjunto para el bien de nuestra nación lo hacemos por el bien propio para servir nuestros intereses mezquinos. Nos metemos a la política no con el deseo de velar por nuestro pueblo si no el de velar por nosotros mismos, por nuestros propios bolsillos y eso no se vale.