Vidas robadas… niñas teniendo niños
Entre 2014 y 2015 ya van más de 8,000 casos de menores de entre 10 y 14 años embarazadas
Guatemala
Especialista en abordar tragedias relacionadas con la violencia contra la mujer, la fotógrafa sueca radicada en Nueva York Linda Forsell le pone rostro y voz a nueve menores embarazadas de Guatemala en su exposición “Vidas robadas… niñas teniendo niños”.
Las miradas perdidas que aún reflejan su inocencia, avergonzadas y con sentimientos de culpa, es lo que pudo constatar Forsell en su trabajo, que le llevó dos años, y que desde ayer y hasta el próximo 23 de agosto estará expuesto al público.
Con sus instantáneas, quiere llamar la atención de la sociedad para que hable sobre este drama.
En Guatemala, donde predomina la cultura machista, “es muy difícil” que una exposición contribuya a solucionar el problema, pero “se quiere poner en perspectiva porque a las niñas siempre se les echa la culpa”, lamentó la retratista.
“Hay algo que me impresionó, y es que todas las niñas creen que no pueden opinar sobre sus vidas, no tienen sueños. Eso es triste”, resaltó la artista con la ayuda de una traductora.
La fotógrafa comentó a Efe que la elección de Guatemala no obedeció a una decisión tomada al azar. Y es que este país centroamericano es el que registra mayores casos de niñas menores de 14 años que resultan embarazadas producto de abusos y violaciones, alega.
El Observatorio en Salud Sexual y Reproductiva (OSAR) documentó en 2014 un total de 5,100 niñas de entre 10 y 14 años embarazadas.
En los primeros siete meses del 2015, otros 3.722 casos.
La directora de OSAR, Mirna Montenegro, aseguró que desde el 2012 el Ministerio Público (MP) comenzó a dar atención a las denuncias de niñas abusadas y recordó que el año pasado se presentaron 680 casos, de los cuales 40 se han resuelto, hasta ahora, con una condena.
Forsell aseguró a Efe que le impactó conocer que en Guatemala las víctimas de abusos “son muy jóvenes”, aunque aclaró que la violencia física, psicológica o sexual contra la mujer es la misma en muchos países.
En Suecia, por ejemplo, el 25 por ciento de las mujeres sufre de abusos, dice, pero existe una agenda pública bastante amplia en contra de la violencia hacia las ellas y, por el momento, no se han conocido casos de niñas embarazadas como en el caso de Guatemala.
Aunque sea contradictorio, apostilló, en su país existe el aborto libre y una política de anticonceptivos.
Sin poder de decisión
En ese sentido, Montenegro admitió que en Guatemala, por ley, los menores no pueden decidir sobre sus vidas y de allí que los embarazos son considerados como violaciones sexuales cuando los jóvenes son menores de 14 años, aunque no exista violencia física o psicológica.
Lo grave del problema, en opinión de la directora de OSAR, es el impacto en la salud integral de las niñas de entre 10 y 14 años que resultan embarazadas producto de los abusos.
En el aspecto de salud sufren de anemia, infección del tracto urinario, complicaciones del parto, problemas de crecimiento intrauterino y bajo peso del recién nacido, y el riesgo de muerte en menores de 15 años es dos veces mayor al de las adultas.
De hecho, Montenegro indicó que el año pasado se registraron 7 muertes maternas en menores de 14 años.
Investigaciones de OSAR demuestran que la violencia sexual y el embarazo generan cuadros de depresión, temor, tristeza, enojo, culpa, intranquilidad, miedo y vergüenza en las niñas.
Además, causa deserción escolar, lo que reduce las oportunidades de inserción laboral y les deja como futuro desempeñar la función tradicional: ser madres y amas de casa en un ciclo de pobreza.
Durante el trabajo fotográfico que hizo Forsell se estableció que el 25 por ciento de las niñas fueron abusadas sexualmente bajo amenazas por sus padres, la mayoría abandonó los estudios después del embarazo y tienen como ocupación el trabajo doméstico.
En opinión de Forsell, en Guatemala se necesita más que una exposición para hacer que las niñas tengan acceso a la justicia y a la restitución de sus derechos.
Desde el 2009, existe en el país La Ley Contra la Violencia Sexual, Explotación y Trata de Personas que ha contribuido a condenar a algunos agresores, pero miles de niñas aún siguen dando a luz cada año producto de violaciones.
“Trabajé mucho para encontrar esos rostros y sacar a las niñas del anonimato porque es necesario”, concluyó la expositora, quien reconoció que le fue más “difícil” fotografiar a las niñas embarazadas que cubrir la situación entre palestinos e israelíes.