Al borde de otro cierre gubernamental
Las diferencias entre los republicanos dificulta la aprobación de un presupuesto
Esta historia ya es conocida en el Congreso. Quedan menos de cinco días hábiles para el fin del año fiscal y la mayoría legislativa republicana está en otra guerra interna que amenaza con resultar en un cierre del gobierno.
Nuevamente el sector más conservador, cercano al Tea Party, intenta imponer su agenda a pesar de que no tenga posibilidad de llegar a la firma del presidente Obama. Las propuestas para quitar fondos al Obamacare, contra las acciones ejecutivas de inmigración y las exigencias para recortes selectivos de presupuesto, representan los fracasos del pasado que condujo la estrategia confrontativa de la bancada mayoritaria.
Ahora la disputa es por Planned Parenthood, el cual es el blanco de ataques republicanos después de la aparición de vídeos controversiales, que supuestamente muestra la distribución de órganos fetales. La organización recibe 500 millones de dólares anuales- la mayoría a través de Medicaid- para servicios de salud reproductiva femenina, siendo el aborto solo 3% de su actividad. No obstante ésta siempre representó para los republicanos el financiamiento público del aborto, y por la promoción de los videos, es la causa del día.
El liderazgo republicano del Congreso está otra vez en la disyuntiva de buscar un acuerdo temporal con los demócratas para evitar un cierre del gobierno -lo que es una traición para los más conservadores- o asumir una posición intransigente que perjudicará la imagen partidaria. Para peor hay dos senadores precandidatos a la presidencia, Ted Cruz y Rand Paul, que les interesa más ganar puntos con su base mostrando una actitud inflexible, que respaldar a su liderazgo que quiere evitar el cierre.
La divisiones internas republicanas llevan años paralizando el Congreso. El presidente del Senado, Mitch McConnell, es el símbolo de la futileza al batir el record de la cantidad de proyectos ya derrotados que regresen a votación. Esta pérdida de tiempo indica la preferencia de estrellarse contra la pared con medidas que satisfacen a los más extremista en vez de legislar a través de consenso, defendiendo los principios, pero pensando en todos los estadounidenses.
Otra vez el país está al borde de un cierre de gobierno, costoso para la economía, debido a una crisis artificial por las diferencias internas republicanas en el Congreso. Ojala que predomine el sentido común que permita una extensión temporal bipartidista hasta el año que viene.