FOTOS: el sorprendente paisaje lunar de la Patagonia

Alcanzar el Glaciar de Viedma, en la Patagonia, requiere caminar durante un día. Pero la belleza cruda y esculpida del paisaje y las cuevas glaciales hacen que merezca la pena

Situado en el corazón de la Patagonia argentina, El Calafate es la entrada al hielo continental patagónico, el cuarto en extensión del mundo. A pesar de su árido clima, este pequeño pueblo turístico está a solo 50 kilómetros del borde del hielo, que se ve aquí detrás de la línea distante de nubes.

Situado en el corazón de la Patagonia argentina, El Calafate es la entrada al hielo continental patagónico, el cuarto en extensión del mundo. A pesar de su árido clima, este pequeño pueblo turístico está a solo 50 kilómetros del borde del hielo, que se ve aquí detrás de la línea distante de nubes. Crédito: BBC

Visitantes de todo el mundo viajan al sur de la Patagonia para acceder a los bordes brillantes del campo de hielo, dentro del parque nacional Los Glaciares. El Perito Moreno, situado unos 50 kilómetros al oeste de El Calafate, es el más accesible de la región.

Situado a unos 214 kilómetros de El Calafate, El Chaltén es otro punto de entrada al parque nacional. Este pueblo de 1.000 habitantes alberga el Monte Fitzroy y la icónica cardillera Fitzroy, una meca para montañeros y alpinistas gracias a sus caras graníticas y los retos técnicos del terreno.La línea de picos también dibuja la frontera entre Chile y Argentina.

El autor de este reportaje, Eric Guth, pasó seis días cerca del campo de hielo con la esperanza de encontrar y fotografiar tantas cuevas glaciares como fuera posible. Para capturar las mejores imágenes, pidió a sus compañeros de expedición que se vistieran de rojo, porque ayudaba a aislar al sujeto dentro del paisaje.
“Ver el hielo continental patagónico por primera vez debe ser parecido a aterrizar en la luna”, dice Guth. “La belleza cruda y esculpida terminó con cualquier malestar físico que hubiera experimentado durante la escalada a El Chaltén”.
Como el agua líquida es el catalizador para la formación de cuevas, el visitante vive un extraño equilibrio entre ser un “explorador de cuevas glaciares” y un “ciudadano preocupado”. “Si el hielo no se derrite con intensidad durante los meses de verano, no hay suficiente agua para crear grandes aperturas en el hermoso cinturón azul en la base del hielo”, explica Guth. “Pero si se derrite demasiado también es malo: sin glaciares, no habría cuevas”.
“Todas las cuevas que encontramos en el lado norte del glaciar se alimentaban de agua derretida”, dice Guth. “Y cada cueva era aún más bonita que la anterior”.
“Lo que empieza como una gran apertura en el lado del glaciar puede internarse cientos de metros en el hielo antes de estrecharse completamente”, dice Guth. “Esta cueva en el lado norte del campo de hielo hacía justo eso. En nuestros pies teníamos una mezcla viscosa de roca machacada, barro, agua y piedras del tamaño de una bola de béisbol”, explica el fotógrafo.
A pesar del aislamiento del campo de hielo, hay una pequeña cabaña, el Refugio Paso del Viento, a dos kilómetros del borde del hielo. Construido en la década de 1980, la cabaña estaba mucho más cerca del hielo cuando fue construida. El retroceso del glaciar ha añadido más de un kilómetro de viaje hacia y desde el vértice del hielo en los últimos 30 años. La permanencia de la cabaña ofrece así un buen punto de referencia para mostrar el efecto del cambio climático.

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