Las nuevas reglas de juego
Los candidatos republicanos quieren tener ahora el control de los debates políticos
Ser peleonero no es una conducta natural, no es algo que se hereda; es un mal que se adquiere. La Cámara de Representantes del Congreso, es la mejor escuela para convertirse en una persona conflictiva.
A pesar de que algunos candidatos republicanos a la presidencia no han puesto un pie en el Congreso, su forma de conducirse ante la sociedad norteamericana ha sido muy similar a la de sus camaradas de la Cámara Baja.
Hoy, de momento, el enemigode los republicanos ya no es Hillary Clinton, sino los medios de comunicación. Como los moderadores del último debate no les hicieron preguntas adecuadas a sus interesesy conveniencias, los candidatos republicanos sienten que hay que cambiar las reglas de juego.
De acuerdo al nuevo formato de debates, los moderadores deberían prometer no hacer uso de preguntas espontaneas que, por alguna razón, hagan relucir las debilidades del candidato. Preguntas sobre el machismo, la misoginia y el narcicismo de Donald Trump serían invalidadas inmediatamente.
Tampoco existiría preguntas simples con una respuesta de Si o No. Tales preguntas como, “está de acuerdo con la doctrina militar de George W. Bush. Si o No”, sería caracterizado como inconducente.
Por otra parte, Ben Carson, nuevo líder en las encuestas republicanas, sugirió que las reglas deberían incluir una presentación de cinco minutos de introducción y cinco minutos de conclusión por candidato. Es decir, los 13 estarían utilizando 1:40 minutos en hablar de lo que se les peque la gana.
No sé hasta qué punto esta nueva regla beneficiaría en la campaña de los candidatos republicanos. Imagínense a Donald Trump hablando de cuestiones políticas del país y políticas internacionales durante 10 minutos cuando solo sabe decir “huge”, “incredible”, “looser”, “terrible”.
Asimismo, los candidatos no quieren que se divulgue –antes de ir a un descanso— el lugar donde están ubicados los baños. Supongo que no quieren ser descubiertos que son tan humanos como los más pobres del planeta y que hacen lo que todas las personas normales hacen.
También sería un exigencia que la temperatura interna de los salones de debate esté graduado a 67 grados Fahrenheit; ni un punto más ni un punto menos. No sé a qué le tienen miedo. Será que si la temperatura sube a más de 85 grados, el cabello de Donald Trump, de pronto, empezaría a salirse de su cuero cabelludo.
Así, según los candidatos republicanos, las preguntas “despiadadas” y “contraproducentes”deberían ser cosas del pasado. Solo se permitiría un debate ameno, pintoresco, bonito, muy al estilo del romanticismo francés de la Edad Media.