Editorial: El acuerdo sobre el cambio de clima

El pacto tiene serias deficiencias pero tan solo el consenso obtenido es en sí un triunfo

Crédito: @ManceraMiguelMX

El Acuerdo de París sobre el cambio clima es la primera vez que cerca de 200 países reconocen que la actividad humana tiene un impacto negativo en el medio ambiente y que de continuar de esta manera, el efecto será devastador por la elevación del nivel del mar.

El pacto tiene sus inconvenientes y pudo haber sido mejor, pero es difícil lograr un consenso entre naciones muy dispares en su geografías, población, economía y grado de desarrollo. Entre países gigantescos como India que ven el tema como una cuestión de crecimiento económico y las islas de los oceanos que temen su desaparición con el crecimiento de las aguas por el deshielo.

En 1988 se supo que la emisión de dióxido de carbono de los combustibles derivados de los fósiles creaba un efecto invernadero que elevaba la temperatura del planeta, causando un impacto en el clima. En la reunión de Kyoto, Japón, de 1997 sólo las naciones desarrolladas acordaron reducir sus emisiones, mientras que en 2009 la reunión de Copenhagen, Dinamarca, terminó en desorden y desacuerdo. Los fenómenos climáticos de los últimos años seguramente fueron un incentivo para lograr ahora un consenso donde antes no lo había.

En concreto, los países acordaron trabajar cada uno a su manera para limitar que el promedio global de temperatura se eleve más de 2 grados centígrados a lo que fue en la era preindustrial. Según los científicos, la superación de esa marca será el punto de no retorno. El problema es que tanto en este aspecto como en otros puntos acordados, todo queda a voluntad de cada nación, es ahí donde se complica.

Por ejemplo, en nuestro país que es uno de los más contaminantes, una mayoría del Congreso disputa la ciencia que conecta el cambio de clima con las emisiones de gases. Hasta un aspirante presidencial, Ted Cruz, compara a los científicos de hoy con los que decían que el sol giraba alrededor de la tierra en la época de Galileo.

Para reducir la emisión de gases contaminantes se necesita el respaldo del sector industrial que difícilmente bajará su consumo si el petróleo es barato. Un incentivo es cobrar una cuota por tonelada de gases emitidos, pero no hay respaldo para ello.

A veces es un avance el solo reunirse, aceptar que hay una amenaza común y una necesidad de actuar. Esperamos que el Acuerdo de París sea ese comienzo auspiciador.

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