Editorial: Un plan para nuevos refugiados
La propuesta no hace nada para dener las redadas actuales de madres y niños centroamericanos
La administración Obama dio un paso significativo al reconocer que las condiciones imperantes de violencia en El Salvador, Honduras y Guatemala son tales como para que la gente que huye de ella hacia Estados Unidos pueda recibir la categoría de refugiados como otros que escapan de la guerra.
Está muy bien, pero nada de esto resuelve el peligro de deportación que se cierne sobre cerca de 19 mil personas en la categoría de “madres con niños” que están expuestos a las redadas que está realizando la autoridad migratoria. Es urgente que se detenga un proceso hecho para delincuentes peligrosos, pero utilizado con personas que no representan ninguna amenaza.
La nueva idea es que Estados Unidos trabaje con el Alto Comisionado para Refugiados de Naciones Unidas de manera que la organización sea la que reciba las peticiones para después pasarlas a la autoridades estadounidenses, que serán las que decidirán luego de un proceso si el individuo se ajusta a las normas como para establecer residencia como refugiado.
El propósito declarado es evitar a esta personas hagan un viaje costoso y peligroso hasta la frontera sur. El fin principal es no repetir la llegada de decenas de miles de personas buscando refugio como ocurrió en el pasado.
La estrategia de resolver en el país de origen esta cuestión migratoria coincide con el enfoque estadounidense de enfrentar las causas que originan el éxodo. El Congreso otorgó el año pasado 750 millones de dólares para las tres naciones centroamericanas con un paquete de alrededor de 15 condiciones muy difíciles de cumplir. Irónicamente esos fondos precisamente ayudarían a cumplir esas exigencias como combatir el crimen, mejorar la seguridad fronteriza, entre otros. Todo depende de la certificación del secretario de Estado de que esas condiciones se están cumpliendo, algo de lo que seguramente hablarán el vicepresidente Joe Biden y el nuevo presidente de Guatemala, Jimmy Morales.
Como en todo, habrá que ver si el nuevo sistema ayuda a los centroamericanos que corren peligro o si se será una frustración más que los impulse a la frontera estadounidense. El nuevo plan no debe alterar la posibilidad de asilo de los que arriben por la frontera. La consideración de refugio debe ser en base a la situación personal del individuo y no en una cuestión de procedimiento.