‘Mi hijo no merecía morir así’
Van tres latinos muertos por la Policía de Los Ángeles en lo que va de 2016
José Méndez tenía 16 años pero aparentaba menos edad. Con su muerte, el pasado 6 de febrero, son tres latinos los que mueren baleados por la Policía de Los Ángeles en lo que va de este año.
Hay dudas en torno al incidente en el que “Perruzi”, como le decían sus familiares, perdió la vida.
La Policía asegura que el adolescente conducía un auto robado cerca de la esquina de las calles Lorena y Sexta, en Boyle Heights, cuando una patrulla lo siguió y en la entrada de una cochera ocurrió un tiroteo.
Charles Beck, jefe de la corporación, dijo a la prensa esta semana que Méndez estaba “armado con una escopeta recortada”, lo que resultó en la balacera en la que murió. No está claro si éste accionó el arma.
Pero sus padres afirman que testigos les han contado una versión distinta y dudan que su hijo hubiera portado un arma. Creen que, en cambio, él intentó huir a pie, pero no disparar a los uniformados.
Padres no creen en versión policial
Juan Méndez, padre del chico fallecido, dijo a La Opinión que un vecino le contó que vio a uno de los agentes que arrastró varios pasos el cadáver del muchacho después de que escuchó unos seis disparos.
“Me dijo: ‘salgo y veo al policía jalando el cuerpo de tu hijo y lo puso afuera. Y le grité: ¿por qué haces eso si ya lo mataste?’”, relató el señor Méndez, un inmigrante originario de la Ciudad de México.
“Dudo de todo”, dice quien trabaja como cocinero y llegó a este país en 2004.
“Si me dices, ‘le dieron tres balazos’, me va a doler, pero ¿tantos balazos a un niño?”, expresó.
La Policía no ha emitido nuevas declaraciones sobre esta muerte. El tiroteo está bajo revisión de la Fiscalía del condado, la Comisión de Policía y el inspector de la corporación.
Este viernes, los padres de Méndez, el séptimo de nueve hermanos, y activistas realizaron una protesta afuera de la estación policiaca Hollenbeck reclamando por la muerte del menor.
En la entrada del hogar de la familia Méndez, en un humilde sector de Boyle Heights, se colocó un altar en el que hay flores y veladoras, así como las medallas que “Perruzi” ganó en torneos de futbol y fotos que guardaron momentos al lado de sus padres y hermanos. Una playera negra dice “Descansa en paz”.
Josefina Rizo, su madre, no cree que su hijo haya conducido un coche robado, ni que llevara un arma.
“Le dije a la detective que mi hijo no merecía esa muerte, como un perro, para que le dieran tanto balazo. Él no era un sicario, un delincuente. Si tanto querían agarrarlo le hubieran dado un balazo”, dijo.
En problemas
El joven se escapó en enero de un centro que ayuda a chicos descarriados en Chatsworth, al que ingresó por órdenes de un juez debido a que la Policía lo había detenido pintando grafito y vagando por las calles. El adolescente dejó de ir a clases en la secundaria Roosevelt en abril.
Pero el señor Méndez afirma que su hijo demostró que quería regresar al redil. Así se lo hizo saber en una carta que le escribió en noviembre. “Cuando salga de aquí voy a volver al futbol”, se lee en ésta.
En diciembre el adolescente redactó otra misiva. Aún no se sabe qué le expresó a su padre. En su funeral, el próximo 20 de febrero, se leerá la última carta que “Perruzi” escribió de puño y letra.