Enlace: Trump es un regalo para los demócratas
El sábado pasado Trump rebasó todos los límites al lanzar una auténtica bomba dentro su propio partido
En su encarnizada batalla para conquistar la nominación a la candidatura presidencial, Donald Trump ha colocado al Partido Republicano en una situación de descrédito y ridículo sin precedentes.
Gracias en gran medida a la vulgaridad y arrogancia del millonario, los debates republicanos se han convertido en una deplorable competencia para ver quién propina el golpe más bajo o dice la mayor blasfemia.
De manera invariable el triunfador es siempre Trump, a quien el estilo de hablar barbaridad y media le sienta de maravilla. Alentado por las encuestas que lo mantienen muy por arriba de sus adversarios, el magnate parece ir cada vez más lejos en sus ataques e injurias, sin medir las consecuencias.
El sábado pasado Trump rebasó todos los límites al lanzar una auténtica bomba dentro su propio partido, luego de criticar duramente al ex presidente George W. Bush por los ataques del 11 de septiembre. Sin rodeos, el millonario dijo que es un mito que el exmandatario republicano haya mantenido a salvo al país, como lo presume su hermano Jeb, pues fue durante su gestión que se derrumbaron las Torres Gemelas de Nueva York.
Ante el azoro de Jeb y de quienes presenciamos el debate, Trump fue más allá al acusar a George W. Bush de no haber detenido a tiempo a Osama Bin Laden y de haber iniciado una guerra innecesaria contra Irak bajo la mentira de que esa nación tenía armas de destrucción masiva. Trump remató con los argumentos que se han esgrimido una y otra vez contra la invasión de Estados Unidos a ese país: que ha costado cientos de miles de vidas y sólo ha servido para desestabilizar el Medio Oriente y promover el surgimiento de ISIS, la mayor amenaza terrorista que hoy enfrenta el mundo.
Las críticas hacia esa guerra son ciertas y de sobra conocidas. Pero el hecho de que las haya expresado un aspirante a la candidatura del Partido Republicano representa un golpe demoledor no sólo para los Bush sino para la estructura de esa institución política.
Para contener el daño causado por Trump a su campaña, Jeb ha tenido que recurrir a la ayuda de su familia. Primero lo acompañó su madre, Barbara. Y esta semana apareció junto a él, su hermano, George.
Los expertos consideran que estas muestras de apoyo familiar podrían ayudar en cierta forma a Jeb, al menos en las primarias de Carolina del Sur, donde los Bush gozan de gran popularidad. Pero dudan que a largo plazo le sean de utilidad. Lo que nadie puede negar es que los ataques de Trump a sus correligionarios son, finalmente, un regalo para los demócratas.