Editorial: Después del Súper Martes…
Hay un gran contraste en el presente que viven las primarias demócratas y republicanas
El escenario ideal para un partido político es salir del Súper Martes con un candidato claramente favorito que utilice el resto de la primaria para unir al partido y para motivar a su partidarios de cara a la elección general. En este aspecto los demócratas y los republicanos no pueden estar en situaciones más opuestas.
La exsecretaria de Estado, Hillary Clinton se anotó importantes victorias que le ayudan a seguir juntando delegados. Pero fundamentalmente mostró que puede ganar sólidamente el voto afroamericano y que sus perspectivas de triunfo se afianzan cada vez más.
El senador Bernie Sanders seguirá presente en la contienda como la conciencia demócrata que obliga a Clinton a no olvidar la base progresista, pero es difícil que pueda disputarle la nominación partidaria presidencial. Seguramente a Clinton le gustaría que Sanders se retirara para permitir la coronación, pero debe tener mucho cuidado de no ofender a los simpatizantes de Sanders a quienes necesita para la elección general.
En el campo republicano se puede decir que en el mejor de los casos no existe esa claridad, si no se quiere reconocer que el camino está abierto para que el millonario Donald Trump llegue imparable a la Convención Nacional partidaria con la cantidad de delegados como para convertirse oficialmente en el candidato republicano a la presidencia.
Este escenario es una pesadilla para muchos republicanos, que cuentan con que los senadores Ted Cruz y Marco Rubio detengan a Trump. El resultado del Súper Martes dio victorias a los tres lo cual les permite argumentar que deben seguir en carrera, Cruz como el verdadero conservador y Rubio, esperando un complicado triunfo en Florida, como el unificador partidario. Al mismo tiempo, sobre el gobernador de Ohio, John Kasich, cae la mayor presión del establishment partidario para que ayude a Rubio saliendo de la contienda.
No hay nada definido en ninguno de los dos partidos, pero hay un abismo entre ambas realidades. Los demócratas avanzan según los planes partidarios con Clinton a la cabeza, mientras que entre los republicanos la disputa es encarnizada entre quienes quieren frenar a Trump a toda costa y quienes poco a poco se van sintiendo más cómodo con el millonario como la figura del partido. Las próximas primarias aclararán el panorama de una temporada electoral que ya pasa a la historia como de las más inusuales.