¿Qué fue lo que realmente acabó con la civilización maya?
Un nuevo estudio desafía varias de las teorías establecidas y busca escribirle un final a uno de los misterios más legendarios de la historia
Cuando los conquistadores españoles zarparon hacia América Central en 1517, su objetivo era someter a la civilización maya.
Pero cuando desembarcaron, el poder político y económico que había erigido pirámides icónicas en la región y a la vez sostuvo una población de unos dos millones de personas, se había desvanecido.
Los primeros sitios mayas surgieron durante el primer milenio AC, y la civilización alcanzó el máximo esplendor alrededor del año 600 DC. Los arqueólogos han descubierto miles de antiguas ciudades, la mayoría en el sur de la península de Yucatán, en México, Belice y Guatemala.
Pero la forma en que esta civilización llegó a su fin es bastante curiosa.
Alrededor de 850 DC, después de siglos de prosperidad y dominio, los mayas comenzaron a abandonar sus grandes ciudades. En menos de 200 años, la civilización se redujo a una fracción de su antigua gloria.
Una catástrofe peculiar
Al igual que con el Imperio Romano, probablemente no hubo un solo culpable de la caída de los mayas.
Pero la naturaleza de su declive lleva a algunos investigadores a creer que la civilización fue víctima de una catástrofe capaz de derribar una ciudad tras otra.
Desde que se consolidaron los primeros registros climáticos antiguos de América Central a principios de 1990 existe consenso sobre que un período de cambio severo condenó a desaparecer a la civilización maya.
En los siglos previos al colapso -la llamada “época clásica”, aproximadamente de 800 a 250 d.C. – las ciudades prosperaron y las cosechas eran buenas.
Los registros del clima (que en su mayoría provienen de análisis de formaciones en las cuevas) muestran que durante ese tiempo el área maya había recibido precipitaciones relativamente altas.
Pero también indican que, alrededor de 820 d.C., la región fue devastada por 95 años de sequías, algunas de las cuales se prolongaron durante décadas.
Norte y sur
Las ciudades mayas que cayeron durante las sequías del siglo IX se encuentran principalmente en la actual Guatemala y Belice.
Hasta ahora se creía que mientras que la civilización maya meridional comenzaba a desintegrarse, la del norte disfrutaba de una relativa prosperidad.
Un estudio publicado en diciembre por arqueólogos de Estados Unidos y el Reino Unido reunió por primera vez todas las edades calculadas para los centros urbanos de las tierras mayas norteñas.
Estas comprenden alrededor de 200 fechas de sitios en la península de Yucatán, la mitad obtenidas de inscripciones del calendario de piedra y la otra por datación de radiocarbono.
Lo que el equipo encontró cambia significativamente nuestra comprensión de cuándo, y tal vez incluso cómo la civilización maya llegó a su fin. Contrariamente a lo que se creía, el norte había sufrido un declive durante una época de sequía; de hecho, había sufrido dos.
Hubo una disminución del 70% en las inscripciones en calendario de piedra en la segunda mitad del siglo IX. Este mismo patrón de descenso también se refleja en las fechas de radiocarbono en toda la región norte, que indican que la construcción con madera también se redujo durante el mismo período.
Este es el momento en que se cree que las sequías causaron el colapso de la civilización maya en el sur; y el norte, evidentemente, no salió ileso.
Una megasequía devastadora
Después de una breve recuperación durante el siglo X (que, curiosamente, coincidió con un aumento de las precipitaciones), los investigadores notaron otra caída en la construcción en numerosos sitios en todo el territorio del norte maya: las talla en piedra y otras actividades constructivas parecen haber disminuido en casi la mitad entre 1000 y 1075 d.C.
Al igual que 200 años antes, los investigadores descubrieron que esta disminución del siglo XI también se produjo en un contexto de grave sequía.
Las del siglo IX sin duda habían sido graves. Pero el siglo XI trajo la peor sequía que la región había visto en 2,000 años: una “megasequía”.
Los registros climáticos muestran que la precipitación disminuyó drásticamente durante la mayor parte del siglo, en el período entre 1020 y 1100 DC, y esto encaja perfectamente con las fechas del colapso de los mayas del norte, deducidas arqueológicamente.
Si el primer período de sequía había acabado con los mayas en el sur, el segundo puede haber provocado su desaparición en el norte.
El impacto
Los mayas, como todas las grandes civilizaciones, dependían en gran medida de los cultivos para su poder económico y para sostener su enorme fuerza de trabajo.
“Sabemos que ya había aumentado la guerra y la inestabilidad socio-política en toda el área maya antes de las sequías siglo IX”, señala Julie Hoggarth en la Universidad de Baylor en Waco, Texas, quien co-dirigió el análisis climático de diciembre.
Quizás, entonces, fue una mezcla de los dos factores.
A medida que las reservas de alimentos se reducían durante las décadas secas, la competencia por los recursos probablemente fue más intensa, y tal vez con el tiempo llegó a un punto que provocó la fractura irreparable de la civilización maya.
Por otro lado, para cultivar alimentos suficientes para sus habitantes, los mayas cavaron enormes sistemas de canales, a veces de cientos de kilómetros de ancho, lo que permitió drenar y elevar los humedales infértiles, creando nuevas tierras cultivables (algunos arqueólogos las llaman “jardines flotantes”).
Los mayas también despejaron enormes extensiones de bosque, tanto para la agricultura como para dar cabida a sus ciudades.
Algunos estudiosos piensan que la deforestación con esos fines podría haber exacerbado los efectos de la sequía, lo que condujo a pérdidas agrícolas más importantes.
Sí sabemos con certeza algo sobre el destino de las personas que enfrentaron la última sequía.
Alrededor de 1050 d.C. los mayas abandonaron las regiones del interior, donde habían prosperado sus antepasados, y se dirigieron en tropel hacia la costa del Caribe, o a otras fuentes de agua, tales como los lagos y sumideros que hoy perforan el denso verdor del antiguo territorio de los mayas.