La operación ilegal de pesqueros chinos en aguas de América Latina
El desarrollo económico del gigante asiático ha supuesto un aumento de la demanda de ciertas especies de pescado que pueden encontrarse en las aguas de América Latina
La sopa de aleta de tiburón apenas tiene sabor ni valor nutritivo, pero en China pagan hasta $150 por el plato por su valor de estatus. El desarrollo económico del gigante asiático ha provocado que haya aumentado la demanda de aleta de tiburón y que se busquen éste y otros productos preciados en aguas de América Latina.
Por eso, entre las materias primas que busca China en la región no sólo están el petróleo o los minerales, sino también el pescado, ya sea el calamar gigante o el bacalao en aguas de Argentina, el atún en las de Chile, el tiburón en las de Colombia y Ecuador o la totoaba en las de México.
Hay barcos chinos que faenan de forma legal, pero otros no.
Y esta semana, un barco guardacostas argentino hundió un pesquero chino que estaba faenando dentro de la zona de exclusión económica del país sudamericano.
Barco guardacostas argentino hunde a pesquero de bandera china
Pocas veces se llega al uso de la fuerza, pero las persecuciones y conflictos son comunes. Y aunque no sólo son pesqueros de China los infractores, los del gigante asiático son mayoritarios, según las fuentes consultadas por BBC Mundo.
“El interés por el calamar siempre es de países asiáticos, hay una invasión (de barcos)”, afirma a BBC Mundo Guillermo Caille, responsable de la ONG argentina Patagonia Natural y experto en pesca.
Los tripulantes del barco chino hundido esta semana se lanzaron al mar para ser rescatados por otro buque gemelo de la misma compañía china, lo que indica la coordinación con la que actúan.
Qué dicen en China del hundimiento de barco pesquero en Argentina
“Hay una nube de barcos de bandera parecida. Están fuera de la zona de exclusión (a 200 millas de la costa). Uno o dos ingresan. A los tres días, lo hacen otros”, cuenta Caille.
Potencia de ultramar
China es el mayor mercado del mundo de pescado y tiene la mayor flota pesquera de ultramar con 2,460 embarcaciones tras haber crecido rápidamente en las últimas décadas, según un estudio de la Universidad Tecnológica de Nanyang, en el centro-este del país.
El tamaño de China y su crecimiento económico son dos de las claves de que América Latina esté en su punto de mira, también en lo que se refiere a la pesca.
“Hay más gente que necesita más recursos y más gente dispuesta a pagar cantidades impresionantes por conseguir peces que, de otra manera, no podrían conseguir”, analiza en conversación con BBC Mundo el chileno Maximiliano Bello, directivo de The Pew Charitable Trusts, organización estadounidense sin ánimo de lucro y experto en política oceánica internacional.
China desarrolla la mayor parte de su pesca de ultramar en el oeste de África, donde Greenpeace ha denunciado intensamente la actividad ilegal. Corea del Sur y Vietnam también realizan frecuentes denuncias contra China.
En América Latina, sin embargo, los activistas critican la falta de acción regional coordinada.
Socio comercial
La región se ha convertido en un gran socio comercial de China. Brasil, Argentina, Venezuela, Perú, Bolivia y Ecuador, entre otros, mantienen estrechos lazos con el gigante asiático, que encuentra en el subcontinente latinoamericano las materias primas que deben satisfacer la creciente demanda de su enorme población.
“El aumento del comercio entre las dos regiones ha facilitado el movimiento de mercancías lícitas e ilícitas”, analiza el centro de investigación de crimen organizado Insight Crime, que en 2015 estudió el tráfico de vida silvestre de China en América Latina.
Los conflictos no se limitan al calamar frente a la Patagonia o al bacalao, más al sur. El mes pasado, China rechazó la queja de México por la pesca y comercio de la totoaba, una especie mexicana en riesgo de extinción que habita en el alto Golfo de California. Este pescado es muy apreciado por la bolsa llena de gas que utiliza ayudar a regular su flotación. Esa bolsa es un manjar codiciado en China, donde se seca y se utiliza para hacer en una sopa que supuestamente tiene cualidades medicinales.
Según México, hay un comercio ilegal de la totoaba que lleva a que el kilógramo de su buche se venda entre $1,500 y $20,000 en el mercado asiático. En 2013, las autoridades mexicanas se incautaron de unos $2.25 millones en bolsas de totoaba ilegales, según Insight Crime.
Se estima que alrededor de 900 personas fueron detenidas con cargamento ilegal entre 2014 y 2015, publicó el diario mexicano “La Jornada” citando al gobierno. China niega que en su país se comercie con la totoaba.
El tiburón
En áreas de Ecuador y Colombia, en el Océano Pacífico, el tiburón es la especie más buscada.
En mayo de 2015, las autoridades ecuatorianas informaron sobre la confiscación de casi 100,000 aletas de tiburón ilegales. También ha habido problemas con matanzas de tiburones en el santuario marino de la Isla Malpelo, en el Pacífico colombiano.
La gran mayoría de aletas secas, usadas para la sopa, acaba en Hong Kong, según Maximiliano Bello. Allí pueden alcanzar un precio de $700 el kilo.
En Perú, el calamar gigante, como en Argentina, es la especie codiciada por las embarcaciones asiáticas. “Se come mucho en Asia”, dice a BBC Mundo Juan Carlos Osorio, que trabaja en Perú para la organización internacional Oceana, dedicada a la protección de los océanos.
Osorio denuncia la falta de control de las autoridades peruanas en la costa y la “política permisiva“.
Cómo combatirlo
Combatir la pesca ilegal no es fácil. La gran distancia hasta la costa y lo costosa que resulta la vigilancia hace que para los infractores merezca el riesgo.
El primer paso es detectarlo. Para ello se usan fotos nocturnas de satélite que muestran las luces de grandes flotas en el borde de las zonas de exclusión económica. “Son ciudad flotantes”, asegura Bello sobre las luces que se detectan en medio del oceáno.
“Los rapanuis (indígenas) en la Isla de Pascua (Chile) denunciaron que veían luces en ultramar”, cuenta como ejemplo Bello. Las aguas en torno a la isla son codiciadas por los pesqueros que buscan atunes y peces espada.
SkyTruth, una organización estadounidense sin ánimo de lucro que ayuda a ONGs medioambientales a hacer denuncias con ayuda imágenes satelitales, demostró que los pascuenses tenían razón en su preocupación. “Se veía que había más de 50 embarcaciones que mostraban movimientos de faenas de pesca y trasbordo en naves nodrizas”, dice Bello.
Tras las denuncias, la presidenta de Chile, Michelle Bachelet, anunció el año pasado el compromiso de crear una de las áreas marinas protegidas más grandes del planeta.
The Pew Charitable Trusts está trabajando ahora con la Marina británica en el sistema Catapult, que muestra en tiempo real si un barco entra en la zona de exclusión económica o si está a punto de hacerlo, lo que permite advertirle o enviar a las autoridades para lograr las pruebas del presunto delito.
Oceana también está trabajando con Google y SkyTruth en un proyecto similar de posición satelital llamado Global Fishing Watch.
Por su parte, la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) ha aprobado una serie de medidas para que los países impidan atracar en sus puertos a esos barcos. De este modo, se desperdiciaría la captura y se desincentivaría la pesca ilegal.
Se buscan por lo tanto avances para frenar la pesca ilegal, un problema creciente en América Latina, punto de mira de China por su creciente demanda de recursos naturales.
Daniel García Marco (@danigmarco)