Ecuador: Cuando hay dos plagas al mismo tiempo

El gobierno aumenta los impuestos pero no toca un morbidamente obeso aparato estatal que pagamos los ecuatorianos

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Crédito: JUAN CEVALLOS/AF | Getty Images

Los días pasan y el dolor atolondrado inicial que sentí al ver el sufrimiento de mi pueblo por la destrucción causada luego del terrible terremoto que azotó a mi país, Ecuador, no cede. Pero no es el mismo dolor, no ha perdido intensidad, pero es un dolor más racionalizado.
Las fuerzas civiles han mostrado un nivel de solidaridad con los que han perdido a sus seres queridos, o han perdido sus posesiones, que ni la mente más optimista hubiera imaginado antes de la tragedia.
La movilización de miles de voluntarios y las donaciones de alimentos, medicinas y vituallas superan cualquier  expectativa que se pudiera haber tenido en las primeras horas del fenómeno destructor.
Pero mientras el pueblo no ha dudado ni un segundo en arrimar el hombro para auxiliar al hermano en desgracia, la respuesta del gobierno es tanto o más desoladora que el propio terremoto.
No voy a juzgar la efectividad y eficacia de la respuesta logística del gobierno de Correa, no tengo suficientes elementos de juicio para atreverme a hacerlo. Voy a referirme específicamente a dos aspectos. En primer lugar, las medidas iniciales que ha propuesto para paliar la crisis; y en segundo lugar su  reacción personal ante la crisis.
En el primer rubro, su acción se puede resumir básicamente en meterle la mano al bolsillo de los contribuyentes. Esto es cuestionable desde el punto de vista puramente económico, pero además demuestra un descaro abismal. El morbidamente obeso aparato estatal que mantenemos los ecuatorianos, queda intacto. Los ministerios y secretarías que no cumplen absolutamente ninguna función, como el “Ministerio del buen vivir”, quedan intactos. El ejército de burócratas  cuya única misión es respirar, queda intacto. La gigantesca maquinaria propagandística que maneja el gobierno, queda intacta. Y una gran cantidad de bienes en manos del Estado, como más de 40 medios de comunicación que producen perdidas, quedan intactos.
Pero si eso puede ser malo, es mucho peor ver como este sátrapa indolente, sin humanidad ni compasión, atropella, veja y humilla al pobre pueblo por el pecado de pedir agua, de implorar ayuda. La tragedia me sacó lágrimas de dolor; ver a este remedo de gobernante, amenazar sin pudor, ante las cámaras, al pueblo, con “meterlos presos, sin importar que sean jóvenes, viejos o mujeres” por pedir ayuda, me sacó lágrimas de ira.
A la santa ecuatoriana Mariana de Jesús Paredes y Flores se le atribuye la frase: “Al Ecuador no lo va a destruir un terremoto, sino los malos gobiernos”.  Lo que los ecuatorianos no sospechabamos es que la divina providencia nos iba a mandar ambas plagas a la vez.

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