La familia que produce miles de libras de comida en el patio de su casa

No muy lejos de Los Ángeles, la familia Dervaes logró establecer un sistema de cultivo y producción que le aporta 6 mil lbs. de comida al año, para consumo propio e incluso algunas ventas. BBC Mundo visitó este huerto urbano

La familia Dervaes produce en su casa la comida suficiente para su consumo e incluso logra vender parte de los productos.

La familia Dervaes produce en su casa la comida suficiente para su consumo e incluso logra vender parte de los productos. Crédito: BBC

Lo que empezó como una afición se convirtió en un estilo y filosofía de vida: una “revolución casera”, como la presentan sus creadores, la familia Dervaes.

Jules Dervaes vive con sus hijos Anais, Justin y Jordanne en una modesta casa de Pasadena, California, no muy lejos de Los Ángeles.

Sin embargo, al acceder a la parte trasera de la vivienda, cambian las nociones del espacio y el tiempo, y uno siente como si estuviera en pleno campo.

Huerto urbano
La casa de los Dervaes se presenta como una hacienda de ciudad. Foto: BBC Mundo

Kilos de comida en poco espacio

Los Dervaes producen en su propio terreno unas 6 mil libras (unos 2.700 kilogramos) de comida al año, con una lista variada de productos: vegetales, frutas, huevos, leche, mermelada, miel, chocolate, condimentos.

“Pero esto va más allá de la comida”, le dice Jules Dervaes a BBC Mundo mientras hace de guía en un soleado día de primavera.

“Es una forma de vida, ajena al consumismo y la rapidez que caracterizan al mundo actual. Es una vuelta a los valores de nuestros antepasados”, defiende.

Huerto urbano
Las flores tienen una presencia destacada en la casa de los Dervaes. Foto: BBC Mundo

Además de la producción de alimentos, la familia organiza veladas de cine y música tradicional en su casa y se ofrece para cuidar a los niños del vecindario cuando lo necesiten sus padres.

Adaptación constante

Por romántica que pueda parecer su historia, lo cierto es que Jules Dervaes está nervioso y preocupado.

Son ya cuatro años sufriendo los efectos de la sequía y, a las puertas de un nuevo verano, no sabe cuánto tiempo podrán seguir adelante.

“Hemos tenido que adaptarnos e ir probando distintas estrategias”, dice.

Jiules Dervaes
“Hay una serie de reglas, como por ejemplo mantener un porche bonito. No se puede tener un huerto en el frente de la casa”, explica Jules Dervaes. Foto: BBC Mundo

“Además del huerto, que es nuestro principal recurso, tenemos un jardín de flores y plantas, algunas de ellas comestibles, y también nos hemos aventurado en la producción de mermelada, miel, chocolate e incluso refrescos”, cuenta.

Si bien la familia aboga por una vuelta a las tradiciones de un pasado que concibe más saludable para cuerpo y espíritu, los Dervaes están a la vanguardia en cuanto a técnicas para ahorrar energía y, sobre todo, reducir el consumo de agua.

Preocupante sequía

Las autoridades californianas están incitando a los residentes a cambiar la apariencia de sus jardines delanteros.

Intentan que la gente se desprenda de las parcelas de césped, un cultivo que requiere y gasta mucha agua, para colocar en su lugar plantas nativas, más adecuadas a este clima, por ejemplo, los cactus.

Huerto urbano
La sequía le quita el sueño a la familia Dervaes. Foto: BBC
Huerto urbano
Intentan mantener sistemas de irrigación que no gasten demasiada agua. Foto: BBC

Los Dervaes se adaptaron rápidamente a estas medidas y además dieron otros pasos en el ahorro de agua.

Tienen un sistema para recuperar el agua que sale de la casa y con ella regar algunos de sus árboles, y lo mismo ocurre con una ducha externa, cuya agua se emplea para el riego en lugar de desaparecer por una cañería.

Una postura ante la vida

Esta constante adaptación a las circunstancias es algo que caracteriza la vida de esta familia.

Nacido en Tampa, Florida, Jules Dervaes se trasladó a Nueva Zelanda en 1973 para emprender una vida rural y distanciarse de un Estados Unidos que, con sus principios económicos y con la guerra de Vietnam, lo había decepcionado.

Pero las circunstancias de la vida hicieron que Jules y los suyos regresaran a EE.UU., primero a Florida, donde desarrolló las habilidades de crianza de abejas aprendidas con los neozelandeses, y en 1985 a California, lugar del que ya no se ha movido.

Familia Dervaes
Toda la familia está dedicada a este proyecto de huerto urbano. Foto: Familia Dervaes

En 1985, compró la casa que ahora es su medio de vida, y a partir de 2001, conmocionado por las informaciones sobre los alimentos trasgénicos, decidió cultivar su propia comida.

Desde entonces, todo ha sido un proceso de ensayo y error.

“Para alcanzar el objetivo de producción que teníamos en un espacio tan pequeño”, explica Dervaes, “tuvimos que ampliar, ampliar y ampliar.

Gallina
Además del cultivo, la familia tiene gallinas, patos y cabras. Foto: Familia Dervaes

“El huerto empezó en la parte trasera, con un sistema de parcelitas que es eficiente en el uso de agua y propicia que se acerquen los ‘insectos buenos’.

“De la parte trasera nos extendimos al jardín delantero, después hicimos uso de la entrada para autos y finalmente tuvimos que recurrir al terreno de una vecina, donde tenemos parte de nuestro cultivo”, relata.

Superar los contratiempos

Con su “revolución casera”, como la llaman, la familia Dervaes ha atraído mucha atención exterior.

Jules comenta que la gente ve su huerto y quiere uno igual, sin pararse a pensar que es un trabajo de 15 años más los años de experiencia previa.

“No hay que intentar hacerlo todo al mismo tiempo”, sugiere.

Vista general
Llegar a tener todo esto no fue cosa de un día para la otro. “Hace falta perseverancia”, dice Jules Dervaes. Foto: Urban Homestead

“Es mejor empezar poco a poco y no rendirse ante los contratiempos.

“Nosotros hemos tenido los nuestros, ¡lo que pasa es que de eso no hay fotografías!”, exclama.

“Hay que seguir adelante, los reveses no son para siempre”.

Un planeta enfermo

A Jules Dervaes no le gusta hacia dónde evoluciona el hombre.

En su opinión, somos cada vez más dependientes de la tecnología y lo material.

En su caso, reconoce que le resulta imposible competir con los grandes comercios y las empresas de venta por internet.

Vista aérea
Así se ve la casa de los Dervaes desde el aire, delimitada por líneas rojas. Foto: Urban Homestead

Aun así, la familia consigue vender parte de su cosecha a pequeños restaurantes o a personas que vienen a la casa a recoger una caja llena de productos naturales.

“Vivimos en un planeta enfermo que parece gritar: ¡ayuda!, ¡cúrame!.

“Nosotros queremos marcar la diferencia. Empezamos por la comida, le incorporamos el elemento de la música y caminamos hacia una vida de compañerismo y conversación.

“Esto no es un hobby, es un proyecto para las generaciones futuras y una cuestión de supervivencia”.

Por Beatriz Díez, Los Ángeles

En esta nota

California desarrollo-sostenible Medio Ambiente pasadena Sequia
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain