Puerto Rico: Qué bonita bandera
Si algo desnudó la crisis es que no somos ni estado, ni libres ni asociados. No hay una relación de igual a igual con Estados Unidos.
El pasado fin de semana, cuando se conmemoró la Independencia de Estados Unidos, acá en la colonia boricua se suscitaron dos eventos que involucraron banderas.
De una parte, alguien pintó de negro y de blanco la bandera puertorriqueña que adorna una de las puertas de un edificio abandonado en la Calle San José del Viejo San Juan que se ha convertido en ícono y punto de atracción, fotos y videos de visitantes nacionales y extranjeros. Lo sé, pues la he retratado y vivimos muy cerca y a veces hay que aguantar el paso al caminar por allí para no estropearles la foto. Hace un par de días pasé frente al edificio y no sólo hay cambio de colores, sino que personas han formado una especie de altar con veladoras como quien ruega por el descanso eterno de un ser querido, por resignación ante una desgracia, o por un milagro que todo lo cambie.
De inmediato se suscitó un debate sobre el simbolismo tras el cambio de colores. Después de todo, Puerto Rico lleva un largo rato de luto por diversas razones. No es sólo la ola de criminalidad, sino una crisis económica que ha desplazado a cientos de miles de boricuas hacia otros lares buscando mejores oportunidades.
Y días antes de que enlutaran la bandera de la Calle San José, el Congreso había aprobado y el presidente Barack Obama había promulgado la llamada ley PROMESA que crea una junta de control fiscal que supervisaría el presupuesto, los gastos públicos y el repago de la multimillonaria deuda que Puerto Rico no pudo asumir, producto del despilfarro, la mala administración y la corrupción de administraciones de los dos principales partidos políticos que han gobernado la Isla. Una junta con ilimitados poderes. Lo único que promete PROMESA es recordarnos a diario que somos una colonia a merced de los designios del amo del norte. La bandera enlutada le va como anillo al dedo a los proponentes del statu quo, el Estado Libre Asociado (ELA), que murió sin remedio cuando se promulgó PROMESA, pues si algo desnudó la crisis es que no somos ni estado, ni libres ni asociados. No hay una relación de igual a igual con Estados Unidos.
Lo que me lleva a hablar de la otra bandera que hizo noticia el 4 de julio. Resulta que el Partido Nuevo Progresista (PNP), que aboga por la estadidad para la Isla, desveló una bandera estadounidense con 51 estrellas, según ellos para reclamar por la estadidad para la Isla.
Respeto la ideología de cada quien. Pero señores, el Congreso de mayoría republicana de Estados Unidos no quiso permitir que Puerto Rico se declarara en quiebra para reestructurar su multimillonaria deuda, ¿y van a recibir con los brazos abiertos como estado 51 a una jurisdicción quebrada, pobre y con casi cuatro millones de latinos que potencialmente se identificarían más con el Partido Demócrata? Y sobre todo, ¿antes de que el Distrito de Columbia sea el estado 51?
Coño, despierta boricua.
Como puertorriqueña de la diáspora y ahora con un pie en San Juan y otro en Washington, DC, habría esperado que la crisis económica resultara en un debate de altura que por primera vez en la historia reciente llevara a los líderes de todo partido e ideología a mostrar un frente unido para definir nuestra situación, pero con soluciones realistas y pragmáticas.
Lamentablemente no pueden ver más allá del rojo, azul y verde que identifican a los tres principales partidos políticos del país, el Partido Popular Democrático, que aboga por el ELA, el PNP, por la estadidad, y el Partido Independentista, respectivamente.
Por un momento pensé que el negro y blanco de la bandera boricua de la Calle San José del Viejo San Juan era símbolo del daltonismo que se necesita en esta isla para poder trabajar juntos. Pero no es así. Es sólo el luto que nos arropa.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice